Nadie me preparó para afrontar una muerte,
esa clase no la recibimos en la carrera de medicina. Estoy acostumbrada a
trabajar con la vida misma, justo en el medio del milagro de nacer y de dar
alegría por tener hijos. La felicidad que se percibe al ver por primera vez a
un bebé, a tu propio bebé, jamás dejará de emocionarme, es de mis momentos
favoritos del mundo.
En cambio, perder a un paciente es de los
peores momentos y más cuando le has dedicado amor, tiempo y alma por muchos
días, los médicos también hacemos apego y empatía con los bebés, no somos
insensibles, somos humanos igual que cualquier otra persona. Es imposible no
encariñarse con un paciente que ves todos los días, que le hablas, que le
acaricias, es imposible no hacerlo. Pues sí, a los médicos también nos afecta
la muerte de un paciente. Trato a veces de no ser tan emocional, pero no puedo,
no es mi naturaleza, los casos me afectan y a muchos de mis colegas también.
Estoy segura que también pasamos por las etapas del duelo cuando fallece un
paciente.
Es cierto que la esperanza es lo último
que debemos perder, mientras haya un rayito de esperanza, lucharemos con el
paciente hasta el final, siempre digo que uno hace con los pacientes como si
fuera nuestro hijo, como si estuvieras tratando al tuyo y ofreciéndole lo mejor
disponible.
Esta semana perdimos a una paciente,
estamos sumamente tristes, tenemos el corazón en pedacitos, cuando luchas con
un paciente todos los días y al final el resultado o desenlace es el opuesto al
que esperabas es devastador emocionalmente hablando. Es sumamente difícil
entregar a un hijo en brazos de sus padres para que fallezca y pase sus últimos
segundos de vida física con ellos, aunque lo vea, no puedo imaginar el dolor
que están pasando. La sala de neonatología estaba en silencio, nadie quería
hablar, la tristeza era profunda, todos con encariñamos con la pequeña criatura
que por más de 40 días vimos a diario y varias veces al día, todos sabíamos su nombre y le hablábamos como si nos
fuera a contestar, aunque cuando nos miraba parecía que lo hacía. Fue una
luchadora hasta el último momento y sus padres, estoy segura que están
sumamente orgullosos de ella.
Nos dejaste muchas enseñanzas, te tendré
en mi corazón y en mi mente para siempre…
GN
GN
Que escrito más profundo Dra. Al final el ser Médico no te quita lo humano, todo lo contrario.
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