viernes, 30 de septiembre de 2016

¿Qué agregarías a la lista?

Siempre digo que las mamás deberíamos dormir mas, hay personas que  dicen que duermen la cantidad de horas que quieren, ¡Qué suerte!, en ese sentido yo no tengo la misma fortuna, no he podido salir del círculo de las mamás que dormimos mal o poco. 

Las madres pasamos por etapas en las que dormimos mal por las noches y al otro día es inevitable sentirnos irritables, cansadas, ansiosas, intensas o que no nos soportamos a nosotras mismas. Hay realidades que afectan a las mujeres para que esto suceda.  

1-Si tienes un bebé recién nacido o de meses: hay que estar levantándose cada 2-3 horas para alimentar a la criatura, cuando empieza a dormir mas, después de los 3 meses de vida, entonces nos acostumbramos a que dormir 6 h es una maravilla, cuando van llegando los 7 meses y ocurre la ansiedad de separación en los bebés y se empiezan a levantar de vuelta dejamos de dormir corrido otra vez.

2- Si tienes por hijos caminantes nocturnos, estás lista para pertenecer al círculo de madres que duermen poco. A veces llega a ser tanto el cansancio que simplemente levantamos las sábanas y nos acurrucamos con el involucrado y puede que nos despierte un manotazo o una patada voladora.

3- Si practicas colecho pasa lo mismo que en el punto número 2 y  cualquier esquinita de la cama es buena para acomodarse a dormir.

4-Si tienes adolescentes en casa entonces no dormimos pensando, cuando salen, qué estarán haciendo, por qué tienen la luz encendida de la habitación.

5- Si eres madre que trabaja entonces esperas que los niños se duerman para adelantar trabajo de la casa o en algunas ocasiones del trabajo, si eres madre que se dedica a los niños y al hogar pasa exactamente lo mismo.

6- Si tienes hijos hay probabilidades que se enfermen en alguna ocasión y la fiebre no te deje dormir a ti tampoco, o que la tos sea tan constante que vomite y haya que cambiar sábanas varias veces en la noche, o por lo menos colocar una toalla encima del vómito por cansancio extremo.

Creo que la lista podría seguir, si se les ocurre una me avisan para agregarla a la lista. No seré afortunada en este aspecto pero sí en muchos otros así que mejor no me quejo y río para no llorar.


GN

viernes, 23 de septiembre de 2016

Mejor reír para no llorar.



Esta semana ha sido agotadora, no solo  por actividades laborales  si no en actividades del día a día en las actividades de la casa.

Uno de los días de esta semana dormí en el hospital por estar en Cuidados Intensivos de Neonatología, luego en la mañana fui a mi consulta pediátrica, comí algo rápido al terminar y llegue a una cita para que me dieran los resultados de unos exámenes de dos de mis hijos. Al llegar a casa recordé que mi hermana cumplía años así que como nos había invitado a cantar cumpleaños fui para su casa. Al llegar a mi casa prácticamente me dormí en el aire camino a mi almohada. El día siguiente comenzó muy temprano, tuve oportunidad de realizar unas diligencias en la mañana para un evento de mi hijo menor para el cual había solicitado unos dulcecitos en un lugar cerca de mi casa, por suerte me pude estacionar justo frente al establecimiento porque estaba lloviendo.  La chica que me atendió me dijo que regresara en un ratito o que esperara el pedido, por lo cual aproveché el tiempo y fui al banco que quedaba a una cuadra de donde me encontraba y media hora después estaba de vuelta en el lugar retirando mi pedido. Olía delicioso, salí muy feliz con mis cajitas en mano y me dirigí a mi auto para colocarlas en el baúl, abrí la puerta del maletero y de repente veo un cochecito y una cosas que no eran mías. ¡Caramba! pensé,  por no escribir un francés desfigurado, de repente en fracciones de segundos veo una cabecita en el asiento del conductor de "mi carro" que me mira y es cuando capto que NO era mi auto. ¡Trágame tierra!  Cerré rápidamente la cajuela y me dirigí a la conductora para pedirle mil disculpas, que qué pena que mi carro era igualito, aunque creo que éste estaba más limpio.  La chica me decía que  no me preocupara que a ella le había pasaba lo mismo.  Con mucha pena y con un ataque de risa nerviosa busque visualmente mi carro y lo localicé casi a 15 espacios de distancia, obvio que no registré el instante en que ya no tenía el estacionamiento de enfrente porque había ido al banco. Subí a mi auto y seguí mi camino.

La verdad es que si me pongo a pensar, varias veces me pasan estos eventos desafortunados para mi por la vergüenza que me embarga, pero si lo veo desde el punto de vista de mi funcionamiento cerebral, mi mente anda ocupada en hijos, pacientes, casa y miles de cosas mas a la vez, por lo que probablemente la locación de mi vehículo no fue prioridad en algún rincón de mi cerebro. Según mi esposito soy despistada para lo que quiero, pero también me ha pasado que trato de abrir el carro y no abre la puesta pues resulta que no es el mío.

Sinceramente dudo que sea la única mamá o profesional del mundo a la cual le pasen cosas parecidas, lo peor es que se que no va a cambiar porque seguiré siendo igualita o peor. Trataré de mejorar pero no prometo nada, me esmeraré en ir al supermercado y traer los víveres por los cual fui, pero si se me queda la lista va a ser por gusto, a veces ni se donde metí la lista y tengo que andar llamando a la casa para que me escriban la lista de vuelta y me manden una foto por el teléfono. Ya les avisaré cuando me pase otro de los eventos adversos, mejor reír para no llorar.

GN

viernes, 16 de septiembre de 2016

La mejor cita



Hace unos días tuve que salir de la ciudad por tres días con mi hija mayor, por ende mis dos hijos menores quedaron en casa con su papá. Mi hijo del medio, el de 7 años recién cumplidos, no estaba feliz, me decía que no comprendía por qué me tenía que ir con su hermana y él se quedaría "solo" en casa. Luego de los tres días, al regresar a casa, mi hijo me seguía preguntando la razón de su "abandono", lo curioso es que había tenido buenos planes con su padre pero consideraba que la separación "no había sido justa".

El sentimiento fue tanto que decidí decirle que en compensación de los tres días sin mamá, nos íbamos a ir a cenar él y yo solos; entonces la hermana inició la protesta, pero al explicarle la razón lo comprendió y aceptó la situación. Llegó el día de la gran cita, mi hijo estaba feliz y yo estaba agotada pues había sido un día de mucho trabajo. Fuimos a cenar a un lugar que él mismo escogió, una cafetería de la localidad, sencilla y nada elegante. Le advertí que ni él ni yo podíamos usar aparatos electrónicos durante la salida, solo lo usaríamos para tomarnos una foto. Estaba realmente feliz, no paró de sonreír desde que salimos de la casa, me cerró la puerta del auto como todo un caballero y tomó mi mano al cruzar la calle para que a mí no me pasara nada. Al llegar a la cafetería escogió la mesa y se quiso sentar frente a mí y no al lado para, según él, verme mejor. Mi hijo no paraba de sonreír, estaba muy contento por lo que al verle la cara mi cansancio fue desapareciendo casi instatáneamente. No pude contar la cantidad de veces que me tiraba besos desde el otro lado de la mesa ni la cantidad de "te amo mami" que me dijo. Pidió su comida favorita pero dijo que la mía estaba mas sabrosa y hasta quiso hacer un bridis por la familia.  Al terminar la cena e ir camino al auto me dijo: Mami gracias, la cena fue perfecta. Pero ahí no terminó todo, cuando íbamos camino a la casa me dice: ¡siempre recordaré este día en mi corazón! Si quito las citas con mi esposo, ésta ha sido la mejor cita por mucho, en verdad fue perfecta, fácil 40 minutos de amor puro, del bueno y verdadero.

¿Cómo detalles tan pequeños pueden hacer a nuestros hijos tan felices? No se necesita mucho para compartir con ellos y hacer de un momento cualquiera que sea especial e inolvidable. El tiempo con los hijos no tiene precio.  Tendré que agendar cada cierto tiempo una cita a solas con cada uno de mis hijos. Me encantó la idea y resultó mejor de lo que jamás me pude imaginar.

GN

viernes, 9 de septiembre de 2016

Enseñanzas y recuerdos



Estoy tratando que mi hijo del medio mejore la lectura por lo cual leemos un cuento antes de dormir junto a mi hija mayor. A cada uno le toca un párrafo y todos participamos. Leemos cuentos clásicos infantiles y todos los días me acuesto pensando en el cuento. Creo que mis pensamientos van de acuerdo al humor en que me encuentre, siempre trato de buscarle la enseñanza al cuento pero la verdad hay cuentos con enseñanzas no tan buenas y otro tienen enseñanzas mezcladas.

Cuando leímos Hansel y Gretel, que en lo particular no me gusta, me quedé pensando que se supone que la moraleja del cuento es  que hay que tener cuidado  porque las apariencias pueden engañar pero vamos, los padres abandonaron a sus hijos porque no tenían que comer y los dejaron a la libre en un bosque, tras de eso los pobres niños tuvieron que luchar contra una bruja que se quería comer al niño porque los niños saben mejor que las niñas y a la niña la puso a trabajar. ¡No hombre no! qué crueldad. Mi cabeza nunca va a comprender cómo hay padres que abandonan a sus hijos pero lastimosamente sí ocurre en la realidad y no solamente en los cuentos,  también hay personas malas en el mundo y no estamos ajenos a ellos, pero no me convence el cuento de los hermanos Grimm, solo me gusta que los hermanos al permanecer unidos pueden vencer todos los obstáculos.

Hoy leímos al patito feo, pobre patito, le hacían "bullying" violento, tanto fue el maltrato que decidió irse de casa, cosas que pasan en la actualidad y frecuentemente. Ese cuento sí me gusta, enseña que burlarse de los demás no es bueno y que aunque uno piense que los demás no son como nosotros pueden incluso ser mejores en ciertos aspectos. ¿Qué habrá sido del patito feo? Después que le hicieron tantas burlas y maltrato físico y mental no estoy segura que su futuro haya quedado sin traumas y haya vivido feliz para siempre, a menos que tuviese un buen psicólogo o una persona buena que le haya subido su autoestima.  Me hubiese gustado leer el "Patito feo parte II".

Ayer leímos "El sastrecillo valiente". Este sastrecillo a punta de mentiras hizo que las personas creyeran que era el más valiente del reino y el que derrotó al malvado ogro que se comía al ganado del reino. Es como si un "juega vivo" asciende y asciende puestos siendo astuto y no honesto. Es divertido leerlo pero la enseñanza no me parece tan buena a menos que sí tenga su parte buena pero le encontré primero el lado malo.

Y así cada vez que leemos un cuento quedo yo pensando que de verdad hay unos cuentos que no enseñan moralejas positivas, otros sí y bastante cosas buenas. El asunto es que a través de los cuentos mi hijo está mejorando la lectura, compartimos tiempo juntos, nos imaginamos cada uno a su manera los escenarios de los cuentos clásicos que yo leí de niña y que perdurarán por siempre y yo recordaré por siempre esos momentos con ellos como cuando mi hijo de 2 años se ríe cuando ve la figurita en paños menores  del emperador en "El traje nuevo del Emperador" y dice que está en pañal, como cuando mi hija mayor quiere leer todas las estrofas de los cuentos y como cuando mi hijo del medio le encanta la parte en que el soldadito de plomo es lanzado al fuego junto con su hermosa bailarina y encuentran un corazón en los residuos de la chimenea.

GN

viernes, 2 de septiembre de 2016

Sí hay cosas perfectas

No es necesario ser la mejor mamá del mundo, basta con que seamos la mejor mamá que nuestros hijos puedan tener.  Me ancanta que mi hijo de 7 años me diga que soy la mejor mamá que ha tenido, yo se que soy  su única mamá, pero igual me gusta escucharlo.

En esta época en que muchas mamás trabajamos y en el cual hay que dividir el tiempo entre muchas activades hogareñas y laborales siento que le debo tiempo a los niños, por supuesto que me gustaría pasar mas tiempo a su lado, pero hay días que si los veo 1 hora de 24 es mucho. Trato de dedicarles la misma cantidad de tiempo a los tres pero es casi imposible, un día uno recolecta más horas que los otros.

Asumo que la mayoría de las mamás que trabajamos y muchas de las que no trabajan nos sentimos igual o experimentamos sentimientos de culpa por el tiempo que no estamos en casa, pero es casi inevitable no sentirnos así. La cultura latina por cientos de años tuvo conductas y hábitos establecidos  como el hecho de que la mujer se encargaba del hogar mas sus quehaceres y el hombre proveía trabajando. Muchas cosas han cambiado y en la mayoría de los países se trata de tener igualdad de oportunidades y derechos. Pero tristemente  la función reproductora de nosotras las mujeres, sigue siendo un estigma en el mercado laboral, quedar embarazada en un trabajo puede ser visto casi como un pecado mortal y se puede percibir hasta enojo de parte del personal. Nuestra sociedad no está lista para afrontar estos hechos. Estando embarazada de mi tercer hijo, fue una pareja a verme para una consulta prenatal, todo fue bien hasta el final de  la cita cuando me levanté de la silla para despedirme y se dieron cuenta de mi tremenda panza, ambos se miraron perplejos, me sentí hasta enferma, me dijeron que no querían ser atendidos por alguien embarazada que mejor irían a otro pediatra. Cosas que pasan, pensé. También me han pedido si puedo conseguir una segunda opinión de un neonatólogo hombre, con esas palabras. Increíble para mí pero real, me imagino lo mal que lo pasaron las primeras mujeres que se atrevieron a estudiar medicina o aquellas que abrieron sus propias empresas hace muchos años.

El asunto es que trabajar y ser madre de uno o varios hijos no es fácil, siempre se dice que todo se logra teniendo un balance, pero crear el balance es lo difícil, hay días en que es imposible, pero otros en que sí se puede. Siempre trato de pensar que hago lo mejor que puedo en el trabajo y en la casa, que el tiempo que esté con los hijos, 30 minutos o 10 horas, sea bueno para mí y para ellos, creo que ha servido de algo, no en vano me dice mi hijo sandwich que soy la mejor mamá que él ha tenido, no creo que sea casualidad que mi hija de 9 años me diga que me ama y que soy super buena mamá aunque la regañe a veces y no pienso que sin razón mi hijo de 2 años salga corriendo a abrazarme cuando me siente llegar a casa. Algo debo estar haciendo bien, así que trataré de sentirme lo menos mal cuando piense que no estoy lo que yo quisiera con ellos. Dicen que nada es perfecto pero para mí esas demostraciones de amor incondicional y de amor del bueno sí son perfectas y no las cambiaría por nada.

GN