viernes, 21 de septiembre de 2018

Mi favorita

Siempre me han gustado las películas para niños de cierta empresa en particular, esas de princesas y príncipes, donde siempre hay una villana o villano, un salvador, que una chica pobre se enamora de un rico o viceversa, amo los cuentos de hadas, pero son esos, cuentos de hadas, no son realistas, todos tratan de tener un mensaje positivo y a veces lo logran muy bien, que el bien triunfa sobre el mal.

Bella se enamoró de la bestia por lo que era y no por su apariencia, mensaje aprobado.

En Cenicienta se supone que el amor a primera vista existe y pase lo que pase serán felices por siempre, bueno, esto no se equipara muy bien en la actualidad, el amor a primera vista existe, estoy de acuerdo, cuando una madre ve a su bebé por primera vez, eso es amor a primera vista, pero bueno, puede que haya personas que se vieron por primera vez y se enamoraron sin conocerte y resultó que era un príncipe azul y fueron felices para siempre, pero no estoy segura de ello.

Aurora, la bella durmiente, se duerme tras la maldición esperando que un beso de amor la despierte.  ¿Cuántas y cuántos hay por ahí, en el mundo, que siguen siendo las bellas o los bellos durmientes esperando el amor verdadero? o ¿cuántos siguen dormidos tras una maldición?, hay personas que se encuentran en un estado estacionario sin disfrutar de la vida, de la libertad, sin darse la oportunidad de una experiencia nueva y están  esperando que alguien quiete la supuesta maldición y como no llega se quedan estancados en esa página del libro sin avanzar.


Jazmine, en Aladdin. Se lucha por igualdad de oportunidades y el alcance de la felicidad, eso es bueno, me gusta la lucha por igualdad de oportunidades. Pero no la mayoría de las veces la rica se enamora del pobre, pero puede ocurrir.

Ariel, en la sirenita. Las criticas de la película son controvertidas. Hay quienes critican que la mujer deje todo lo que tiene por un hombre, otros que la niña era una malcriada con su padre y así, pero al final, el padre decide apoyar la decisión de la hija y la niña aprendió que todo comportamiento o acción tiene una consecuencia. Si se propone luchar por lo que se quiere, pues lo representan bien.  En la vida siempre hay pros y contras.

Pocahontas, está basada en hechos reales, el contenido habla de olvidarse del racismo y la xenofobia, que es bueno caminar en los zapatos del otro para ver al mundo de otra forma. Es un buen mensaje, lo apruebo.

Blancanieves fue una de las primeras películas animadas de este tipo, y ya realmente, no aplica a estos tiempos, la niña sumisa tiene que depender de otros para ser feliz y por su inocencia casi la matan. Mejor no hablemos de ella.

Mi favorita de todos los tiempos es Frozen. Elsa nace con ciertos poderes y la esconden, como hacen con muchos niños que tienen algo "raro" al nacer, en vez de enseñarle a sacar provecho de sus diferencias, hacen todo lo contrario. Su hermana Anna hace todo por salvarla, el amor verdadero y bueno de las hermanas es poderoso e inculca buenos valores, se enseña a luchar por lo que se quiere, yo también lucharía por salvar a mi hermana que está en peligro, hiciera hasta lo imposible. El amor verdadero no solo es de esposos o novios, es el de la familia también, me gusta que lo representen en películas para niños.

Los cuentos de hadas, princesas, villanos, caballos, dragones, están bien por un rato y para divertirse, pero aquellos que son cónsonos con la realidad de la sociedad actual, entre tanta maldad que existe, saber que hay valores que siempre van a servir para todo y que la familia es importante me gustan más. Hay personas que les gusta más los villanos de las películas, quién sabe la razón, pero yo soy del equipo de los buenos.

GN

ps: mi segunda favorita es el Rey León, pero esa queda para otro escrito.






viernes, 3 de agosto de 2018

Hay personas que no ayudan...

Antes de tener a mi primera hija, en mi mente, aparte del estrés que conlleva el hecho que uno va a ser mamá por primera vez, estaba el asunto de querer dar lactancia materna exclusiva.  De tanto escucharlo en la facultad de Medicina y en la especialización de Pediatría en mi mente no cabía otra opción.  Ni siquiera compré biberones y mucho menos fórmula infantil.

Cuando mi primogénita nació, lo hizo como a las 11:30 pm por cesárea luego de casi 16 horas de labor. La Pediatra me la enseñó en el salón de operaciones, casi ni la pude acariciar, mis lágrimas brotaban solas de la felicidad, se la llevaron al cuarto de los bebés "como es la rutina" y la cual es absurda, y no la volví a ver hasta aproximadamente las 7-8 am del día siguiente donde por supuesto ya le habían dado de comer, no precisamente mi leche obviamente.  Por suerte la niña se pegó muy bien al pecho y en el hospital creo yo que nos fue bien en ese aspecto.

Al llegar a casa mi intención era darle lactancia exclusiva, lo intenté y lo logré por una semana, la niña comía cada 1h y media aproximadamente, creo que yo estaba agotada, pero era lo que quería hacer a pesar de que la ayuda que tenía me decía la clásica: "la niña debe quedar con hambre", "no es normal que quiera comer a cada rato", "te ves cansada, dale un poco de fórmula para que duerma mas y así tú descansas", "pobre niña, no duerme mas de 1 hora por pegarse a la teta". Cuando llegué a la cita de la semana con la Pediatra y me pregunta: ¿cada tiempo come? y le responde cada 1.5 horas, la Pediatra me dijo que cómo era posible que no siguiera así porque iba a quedar extenuada y que le diera fórmula. Por supuesto que los acompañantes a la cita respondieron "te lo dije", "tienes que descansar" y otras cosas que ya no recuerdo claramente.

Ante un periodo de agotamiento, horas sin dormir y presión la mayoría de las mamás caemos en la tentación de la fórmula. Creo que si hubieses tenido a mi hija hoy eso no hubiese pasado, otra historia contaría. Le di lactancia mixta por 15 meses sin mucho apoyo de las personas, pero llegar a ese tiempo me puso feliz.

Dar pecho no es fácil, eso lo aprendí desde el primer día que fui madre. La decisión de dar lactancia materna o no debe ser de cada mamá. Nunca entenderé por qué las personas opinan o dicen comentarios que no ayudan y lo que hacen es que las mamás desistan del proceso.  Si das o no das pecho no te hace mejor ni peor madre, eso es así. Tampoco ayuda las personas que hacen que te sientas mal porque no estás dando leche materna. Hay que aprender a ser cauteloso con este tema porque para las madres que lactan es un tema sensible y delicado y cualquier tipo de comentario puede cambiar el rumbo de las cosas.

En esta semana mundial de la lactancia materna  quisiera apoyar a las madres que han hecho todo lo posible por darle pecho a sus bebés, a las que lo han intentado y no ha sido efectivo, a las que dan lactancia mixta por muchos meses, a las que aman a sus hijos intensamente y quieren lo mejor para ellos...

GN

viernes, 27 de julio de 2018

Prefiero pisar un bloque de juguete

¿Has pisado alguna vez una pieza de los famosos bloques de LEGO? Yo sí, duele y me amargo porque dejan las cosas tiradas, pero generalmente son aquellas que sobraron del paquete o que se cayeron.

Después de pasar por las consecuencias de los efectos que producen las pantallas  (teléfonos, tabletas, videos de you tube, videojuegos) en mis hijos nos volcamos porque traten de jugar el tiempo que no estén en la escuela y en los ratos libres, aparte de tratar que lean libros. Obviamente al hacer esto hay juguetitos por todas la casa, a pesar que recojan, uno que otro queda perdido y fuera de lugar y llegan a los pies o a las "pompas" de alguien al sentarse.

Los beneficios del juego son tantos que vale la pena intentarlo. El juego es un elemento básico para el desarrollo del niño, a través de él exploran, prueban y descubren el mundo. Los juguetes proporcionan momentos de felicidad lo que se relaciona directamente con aumento de bienestar y autoestima. Además, contribuye positivamente en todos los aspectos del desarrollo: psicomotor, intelectual, social y emocional-afectivo.

Cuando un niño le gusta y aprende a jugar puede pasar minutos y horas haciendo lo que le gusta. Yo recuerdo que me encantaba armar rompecabezas, aún me encanta, y cuando me compraban uno no me paraba de la mesa o el suelo hasta acabarlo, eso creo que fue lo que hizo que creciera en mí la perseverancia y saber que luego del esfuerzo valía la pena el resultado. Uno dirá, pero que esfuerzo puede tener armar legos, rompecabezas o juegos parecidos, pues de esas pequeñas cosas aprenden los niños, sino aprenden de pequeñas cosas, ¿Cómo lo harán de grandes con situaciones de la vida real? ¿Cómo sabrán persistir y esforzarse con un proyecto universitario si no han practicado lo suficiente de niños? ¿Cómo trabajarán en equipo si jugaron poco con otros niños o no lo suficiente por estar invirtiendo su tiempo en videojuegos o videos que ni siquiera son educativos?

Yo entiendo perfectamente que a veces estamos cansados y no queremos jugar con los niños y es más fácil ver televisión con ellos o que ellos la vean solos mientras nosotros descansamos un rato, pero se nos va a ir el tiempo y cuando empiecen a tener problemas más adelante será un poco tarde.

A veces pienso que prefiero pisar una pieza de bloques de juguete, carritos o carteritas de muñecas y que no hacerlo porque quiere decir que no están jugando lo suficiente.

No perdamos el tiempo o mejor dicho, no dejemos que el tiempo de nuestros hijos lo inviertan mal.

GN

viernes, 20 de julio de 2018

Momento especial

Me encanta ver nacer a los bebés, ser espectadora del milagro de la vida me da ánimos, presencia el primer momento en que una madre ve con sus propios ojos a la criatura que llevaba dentro y casi poder sentir el amor que se desborda, la energía positiva que cae en ese binomio es indescriptible y qué decir cuando está papá, mamá y el nuevo inquilino del mundo y de su mundo, es maravilloso, nunca me cansaré de verlo, es de las mejores cosas de mi profesión. Es un momento perfecto, pero la perfección muchas veces se va desapareciendo y empiezan los momentos que me incomodan y de los que estoy en contra.

Es obvio que la familia esté feliz y que quiera celebrar, que se brinde y que se haga una fiesta pero el hospital no es el mejor lugar. Hay veces que no caben las personas en las habitaciones de la cantidad de visitas que hay, hay comida, música, licor e innumerable cosas más. Una vez me encontré en una habitación camareros, luces de discotecas, las luces apagadas y  música alta. Mis pensamientos no entendían. El Hospital no es el lugar adecuado para hacer esas fiestas y celebraciones.  Hay culturas que hacen la celebración tiempo después que la madre y el bebé están en casa, lo que me parece más adecuado.

Luego de esperar al bebé por varios meses y querer conocerlo debe continuar ese vínculo especial, la madre puede aprovechar para establecer una buena lactancia, y un excelente apego, aprender a manejar y manipular al bebé y seguir conociéndolo. No me parece nada apropiado que esté rodeado de bulla, muchas personas que vienen de la calle, incluso he visto apersonas que visitan y que se encuentran enfermas, niños que corren por todo el hospital y que no precisamente son los hermanos, lo cuales deberían estar presentes en este periodo. Todavía no consigo mamá que diga que las visitadera es agotadora, que estar pendiente de todo y de todos cansa. La mamá está intentando dar pecho y hay 5 o más personas viéndola y opinando, nada mas de escribirlo me enfurece.

Mil veces lo digo, lo repito y lo seguiré diciendo, nunca entenderé esta parte de la cultura de la cual no estoy de acuerdo. Es un momento íntimo, especial y que se debería aprovechar hasta el último minuto. Yo comprendo la felicidad, es un gran acontecimiento, pero todo tiene su lugar y su momento.  Recordemos que también hay otros pacientes cerca de esas habitaciones, gente enferma que necesita descansar. Justo en una de esas habitaciones que había música y brindis, en la habitación contigua estaba una señora que había perdido a su bebé a las 38 semanas de embarazo, ¿cómo piensan que se sentía con ese dolor inexplicable de la pérdida escuchando pura felicidad, risas y música al lado de ella? No quiero ni imaginarlo.  Obviamente se quejaron y pidieron que bajaran el ruido de la habitación del jolgorio.

Ojalá que la mentalidad cambiara o las costumbres se adaptaran al momento. Siempre se puede celebrar pero en el lugar adecuada. Paso muchas veces por  estar en contra del ruido y la visitadera, pero no pierdo la esperanza que en un futuro los programas de apego y las normas de los hospitales privados cambien en cuanto a este tema. Es un momento especial y hay que cuidarlo, apreciarlo y darle su lugar.

GN

viernes, 13 de julio de 2018

Un día de terapia

Una de las cosas que más me preocupaba de mis hijos era la alimentación. El de 8 años comía pero su cuerpo no probaba vegetales ni frutas por poco más de 5 años, algunas texturas y olores en la comida le daban nauseas y lo hacían vomitar. El de 4 años tenía 5-6 comidas en su menú y no había forma conocida por mí que hiciera que probara algo distinto, sumamente inflexible, era una batalla que no quería pelear, pero no podíamos seguir así, si no comemos bien nuestro cuerpo lo siente y nuestro cerebro también, así que una  de las luchas que no quería hacer la tratamos de hacer aunque nos sacara de nuestra zona de confort imaginaria.

Paso a compartirles uno de nuestros días de las intensivas terapias a las que acudimos meses atrás. Este es solo un día. Tenía varias terapias al día, una de ellas nutricional, para enseñarles a comer más cosas y mejor. Cuando miro hacia atrás pienso que me costaron bastante esfuerzo mental pero al final valió la pena. Cuando uno realiza que haces las cosas mal y que parte del problema es uno mismo y no tanto el niño más cuesta cambiar.


Miércoles,  16 de mayo de 2018


Hoy llegamos a la terapia temprano, como 20 minutos antes de la hora de inicio, los niños van directo al áreas de juegos. Me quedé esperando en la sala de espera de los padres hasta la hora que me dejaran entrar a la terapia de nutrición. La sala de espera estaba llena de mamás hablando y con mucho ruido, casi todas mamás latinas. 

A las 11:30 am, me fue a buscar mi hijo del medio, el de 8 años, con la terapeuta, hoy tenía que incluir alimentos que yo quiero que coman en casa. El menú que preparé tempranito en la mañana antes que ellos despertaran fue pasta en forma de lazitos con queso parmesano y aceite de oliva, pollito a la plancha, brócoli y zanahorias, mas manzanas de postre.

Cuando entramos al cuarto de la terapia nutricional me senté frente a mi hijo y a su lado en la mesa la terapeuta, esta terapia es en inglés ya que la terapeuta no habla español.

Le presentaron una aceitinas y las apartó del plato, me dijo que no las quería y que eso era salado. Luego le sirvieron en un plato la pasta y el pollito que incluía tomate, mas los vegetales. Le hicieron probar las aceitunas y le advirtieron que si las sacaba de la boca volvían para dentro, con eso y toda la comida.
Empezó a comer pasta y cuanto tocó zanahorias y brócoli las ganas de vomitar no se hicieron nulas. El gagghhh y las nauseas estaban presentes, pero tenía que comerlas.  Me sentaron luego a un lado porque me dijo la terapeuta que estando frente a él me controlaba y sabía que me estaba haciendo sentir mal con sus manerismos y ganas de vomitar.

Para él fue una "tortura" o por lo menos así lo sentía yo, hasta llanto y sentimiento de tristeza brotaba de su cara o era lo que yo veía. Me costó no decirle que lo amaba y que estaba ahí por su bien.  Se tenía que notar mi cara cuando la terapeuta me dijo que la terapia nutricional era como otra terapia, por ejemplo  si uno se quiebra un pie y dejas de usarlo, luego cuando inicia la terapia duele  y la movilización de los músculos es como si se les enseñara desde el inicio, pero que al final resultaba positivo. Al final se comió toda la comida con muchísimo esfuerzo, ya no sabía que era actuación de su parte y cuál gesto era real. Le había puesto de postre unas manzanas pero al dárselas le pusieron mantequilla de almendras y caramelo. Para mi sorpresa se las comió sin protestar , lo único que dijo es que lo salado de la mantequilla de almendras no le había gustado. En secreto trataba de decirme en voz muy bajita que por favor no le volviera a mandar vegetales. Ya no sabía si reír o llorar.

Al acabar volví al cuarto de espera de los padres y muy pronto me llamaron para que fuera a la de mi hijo pequeño, el que come si acaso 5 cosas en su vida, no permite que le cambie espaguetis por otro tipo de pasta y es sumamente inflexible. Sabía que iba a ser duro entrar y así lo fue.
Apenas me vio se quiso parar de la silla y la terapeuta le indicó que se quedara sentado, pero no hizo caso, al ella agarrarlo para volver a sentarlo se tiro al piso y empezó una gran pataleta, ella tuvo que manejar la pataleta que  duró mas o menos 10 minutos, tenía el impulso de irlo a buscar, abrazarlo y decirle que si no quería comer no era necesaria, pero ese es el problema, él controla la hora de su comida y lo que come, o sea que realicé que parte del problema soy yo, no puede seguir indicaciones en cuanto a comida se refiere porque él siempre da las indicaciones.   Cuando aceptó sentarse en la silla, solo decía que quería estar al lado de mami, pero había que romper el patrón, cosa que va a ser sumamente difícil. Si no rompemos el patrón de que él tiene el control de la comida no vamos a tener resultados positivos.

Creo que aprendió que lo que hace tiene consecuencias, no creo que quiera pasar por esa lucha de poder porque no tendrá el final que él quiere. No comió nada.

Al salir él estaba desconsolado, me decía que se quería ir en el carro y que quería estar con mami, sentí que no le cumplí como mamá, pero al final el sentimiento de haberle fallado y no haberlo salvado lo tenía yo, pero sabía, pensando frío, que no le estaba haciendo daño. Cuando regresé entré en llanto, me sentía mal conmigo misma y porque él había sufrido y no lo había abrazado. En eso llegó la terapeuta y conversó conmigo, entiendo perfectamente qué es lo que está haciendo, tendré que tener paciencia y tener cabeza y pensamientos fríos. Creo que soy sumamente sentimental, lo único que pido es tener un final feliz con resultados positivos, estas semanas serán largas


Cuando me entregaron a mis hijos al final del día de terapias, mi hijo menor, me vio con cara de indignación y de tristeza, cuando le pregunté qué le pasaba me contestó: mamá, es que peleé con la señora de la cocina, lo siento.

GN

viernes, 22 de junio de 2018

Una aventura dentro de la odisea

Cuando llegó la hora de irme con mis dos hijos para las terapias, solo pensaba que eran tres semanas,  parecía poco pero en realidad era bastante tiempo.  La semana antes estaba realmente enredada, trataba de adelantar la mayor cantidad de trabajo por lo que se hizo pesado, agregado a eso con  las actividades extracurriculares de los tres niños sentía que no me daba abasto y  llegó un momento en que estaba muy estresada y no me había dado cuenta de ello.  Las personas a mi alrededor sí se habían dado cuenta, sobre todo los que viven conmigo.

El día antes de irnos ni siquiera había empacado maletas, le pedí a mi esposo que me llevara a comer helado, probablemente porque necesitaba pensar en otra cosa, le pregunté si  no podía ir a dejarnos al país en cuestión para ayudarnos, pero en realidad se hacía muy dicícil y ya faltaban menos de 20 horas para partir.  Pensar que tenía que irme con dos niños,  alquilar un carro , llegar a una casa que no conocía, hacer supermercado, manejar por calles que en mi vida había ido,  llegar a las terapias sola con ellos me causaba mucho impacto mental.

Llegó el momento de despedirme  de mi hija mayor,  se me desbordaban las lágrimas, el estar lejos de ella tanto tiempo me ponía triste. En el trayecto de la casa al aeropuerto no podía ni hablar, sentía un gran peso en mi. Al llegar al aeropuerto mi esposo se bajó con nosotros para poder hacer los trámites migratorios y que fueran más fáciles para mi. Al despedirme de él y pasar migración las lágrimas  se se me desbordaban, no lo podía evitar.

Fui caminando a la puerta de embarque y me senté allí a pensar qué era lo que iba hacer con mis hijos, realmente no parecía tan difícil la rutina de todos los días pero sinceramente me causaba estrés. En eso recibo un mensaje de mi esposo que decía que podía ser que pudiera ir con nosotros a dejarnos y regresar al día siguiente a Panamá. Lo primero que pensé fue: ¿mi hija con quién se va quedar? y él me respondió que se podría quedar con alguna abuela. Inmediatamente empecé con taquicardia, faltaban 45 minutos para que cerrara la puerta embarque y muy pronto íbamos a empezar a abordar. El problema no era que mi esposo fuera conmigo, el problema era que decidió que mi hija también iba así que necesitamos carta de un notario público para que ella pudiera pasar migración y se le ocurrió que si estaba en migración obviamente no necesitamos la carta porque ambos padres estábamos ahí presentes, pero faltaban 45 minutos para que cerrara la puerta embarque.

Creo que habían pasado 10 minutos cuando mi esposo  me dijo que ya había comprado el pasaje y que iba  a buscar a mi hija al ensayo de ballet en el que se encontraba para poder ir al aeropuerto,  así que yo tenía que estar en migración para que ella pudiese pasar con él. Creo que fue la gota que hizo que me derramara,  no podía parar de llorar, no sabía si lograría ir a migración a esperarlos que pasaran y regresar a la puerta para abordar con mis dos hijos. Cuando mi esposo me dijo que estaba en camino al aeropuerto con mi hija y que tenía que estar en migración fui a preguntar a la puerta embarque cuánto tiempo exactamente tenía para poder abordar el avión antes que cerraran la puerta. Tenía más o menos como 25 minutos para poder hacer todo eso.

Le dije a los niños:  Niños, corran!  Los tres salimos corriendo por todo el aeropuerto para tratar de llegar a migración, cuando llegue al lugar donde uno pasa migración,  le dije a la joven que necesitaba pasar para poder ver a mi hija y a mi esposo para que mi hija pudiese pasar con mi esposo. La señora me dijo que tenía que salir por el otro lado de migración, el área cuando uno llega al país y volver a entrar al aeropuerto. Colapsé, no aguanté más,  me desbordé completamente, me dió un ataque de ansiedad y no podía parar de llorar, ni siquiera podía hablar, tanto pues sí que la señora de migración se asustó y llamo al encargado. El señor me decía que me calmara para poder ayudarme pero yo no podía hablar, solo lloraba. Respiré profundo y en uno de esos suspiros  le expliqué al señor la situación y que en más o menos  18 minutos cerraba mi puerta de embarque. El encargado tomó mi pasaporte y me hizo firmar un papel que hasta ahora no sé qué papel firmé,  como a los cinco minutos el señor me entregó mi pasaporte y me dijo:  señora, corra y vaya a su puerta. Salí corriendo con los dos niños,  el chiquito se caía de lo rápido que corría, el grande corría a toda velocidad y mis lágrimas seguían corriendo por mis mejillas, seguro le caían a las personas que venían detrás.

Llegue a la puerta de embarque y solamente faltaban dos personas para abordar. Cuando iba  a entrar al avión escuché mi nombre y cuando volteé  era mi esposo y mi hija que habían  logrado pasar y querían despedirse de nosotros , me senté en el avión y llore todo el vuelo. Mi hijo pequeño me pregubtaba por qué estaba triste y el de 8 años me decía que todo iba a salir bien....

GN