jueves, 26 de junio de 2014

Mamás multitasking

En la consulta generalmente converso con las mamás de los pacientes de uno u otro tema no médico, incontables veces he sido parte de la misma conversación: ¿cómo me puedo dividir para atender al bebé, la casa, el trabajo y al marido? Bueno, que queda. Nosotras solas elegimos todas esas "profesiones", nadie nos mandó, así que a lo hecho pecho. Nadie ha dicho que es fácil lograrlo, al contrario es difícil y cansón.

Varias mamás trabajadoras y de puestos muy importantes en las empresas donde laboran, me dicen: ¿cómo le digo al cliente que la reunión la voy a atrasar porque estoy dando pecho? ¿Cómo hago para arreglar a los niños para la escuela, ir a trabajar, hacer supermercado, buscar la ropa a la lavandería, llevar a los niños a un cumpleaños, acostarlos a dormir y luego ir a cenar con mi esposo? Generalmente contesto: no se, lo mismo me pregunto yo, lo que sí se es que a las 9 pm estoy agotada, como la mayoría de las mamás que hacen lo mismo.

Por otra parte, a pesar de estar en el siglo XXI, aparte de hacer todo eso, hay que luchar por la igualdad de género. Yo misma he sido discriminada por ser mujer, doctora y 
"joven". En una ocasión sólo por el hecho de estar embarazada los pacientes decidieron ir a otro médico para que atendiera al bebé en el parto, como si estar embarazada fuera algún impedimento. Pero cada quien es libre de decidir lo que quiere.

En el mundo laboral, luchar para que  las mujeres y los hombres sean iguales ha sido trabajo de años, y pienso que falta mucho por lograr. Que nos vean igual que a los hombres, incluso de parte de muchas mujeres es tarea difícil para algunas, pero de que se puede se puede.

La gente joven, muchas veces está mejor preparada que los mayores, obviamente que la experiencia pesa, pero no actualizarse también pesa. Una paciente me comentaba que cada  vez que iba a ordeñarse se quejaban de la situación y al final optó por no dar más pecho por miedo a que le quitaran el puesto. ¿Les parece justo? Pues a mi no. 

A veces, nosotros mismos, caemos en estos errores. Escogemos a personas para que nos resuelvan algún problema por la edad. Si tenemos que escoger entre alguien que se graduó de la escuela después que nosotros o a alguien que se graduó mucho antes y con la misma profesión, tal vez escojamos al mayor. Creo que es cuestión de cultura.

A todas esas mujeres que trabajan, que son profesionales, que son mamás, esposas, choferes de sus hijos y amigas, no se dejen, sigamos luchando por lo que nos toca, y lo mejor es hacerlo con el ejemplo, hagamos lo mejor que podamos en todos los campos y demostremos que sí se puede hacer lo que hagamos y que se puede hacer bien. Nunca descuidemos a nuestros hijos por el qué dirán o por miedo a perder algún puesto. Al final no vale la pena.

Una amiga en broma me dijo una vez: tanto estudiar para acabar de chofer todos los días, bueno, pues sí, orgullosamente chofer de mis hijos y de la casa. Como dicen por ahí, ser mamá multitasking es el mejor proyecto personal, por lo menos para mí.

GN

jueves, 19 de junio de 2014

No gritemos todo el día…


He presenciado incontables veces situaciones en las que mis hijos se pelean entre ellos por alguna tontería o por un juguete en particular.   Muchas veces espero para ver si pueden resolver el problema entre ellos o si la discusión cede, pero sucede que muchas veces la situación se torna candente y la pelea va in crescendo, por lo que me involucro para tratar que nadie salga lastimado o frenar la situación.

Es muy común que los niños en ocasiones se vean superados por las emociones, rabietas que les hacen gritar, lanzar o golpear cosas. Es sumamente necesario que nosotros los padres no reforcemos esas situaciones y una vez haya terminado la rabieta podemos enseñarles por ejemplo que antes de gritar o pegar, es mejor expresar en voz alta qué les molesta. Que aprendan a expresar sus sentimientos desde bien pequeños de forma controlada es lo que llamamos inteligencia emocional y es vital que les enseñemos a los niños a cómo hacerlo, aunque muchas veces tenemos que saber cómo hacerlo nosotros primero.

El saber controlar las emociones, gestionarlas y utilizarlas con la habilidad adecuada, nos permitirá sin duda afrontar nuestro día a día de un modo más eficiente.

Los niños deben aprender a controlar su agresividad, sus reacciones indeseadas y sus rabietas. El empleo del castigo, ante estas situaciones, no suele resultar demasiado efectivo. En cambio, tratar de hacerlos reflexionar sobre lo sucedido de manera constructiva y objetiva, haciéndoles entender la importancia de sus acciones y la repercusión en los demás, así como ofrecerles alternativas de conducta positivas, conllevará a mejorar su forma tanto de pensar como la forma de actuar y  esto va a influir en sus emociones. Debemos favorecer hasta donde podamos el que puedan expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar, lo cual muchas veces nos resulta sumamente difícil.

El conocimiento, comprensión y control de las emociones nos permiten (a nosotros y a ellos) adaptarnos, comunicarnos y desenvolvernos en nuestro medio. Además, no debemos olvidar que la emoción es fiel compañera de la motivación, el motor de la consecución de objetivos. ¡Por favor , motivemos a los niños! No gritemos todo el día.

Las pataletas de los niños de 2 años son esperadas, pero los arranques de enojo no necesariamente se detienen después de la primera infancia. Los niños mayores a veces también tienen problemas para manejar el enojo y la frustración.
Muchos de nuestros niños sólo pierden la calma de vez en cuando. Pero a otros parece costarles más trabajo cuando las cosas no salen como ellos quieren. Los niños que, por naturaleza, tienden a tener reacciones fuertes necesitarán más ayuda de sus padres para controlar sus rabietas.
Tratar de controlar los arranques de rabia e ira  puede ser difícil para los niños, y queda en nosotros ayudarlos a aprender a hacerlo. Intentemos ser pacientes y positivos; tengamos en cuenta que desarrollar estas habilidades toma tiempo y que prácticamente todos los niños pueden mejorar con la orientación adecuada.

Pero recordemos que estamos intentando enseñar a nuestros niños cómo manejar el enojo y les gritamos o los amenazamos, inculcaremos precisamente los tipos de conducta que deseamos desalentar y abolir. Nuestros pequeños se darán cuenta que estamos molestos y enojados, y no podrán controlar su propio temperamento. Pongamos de nuestra parte, no gritemos todo el día, vale la pena el intento.

GN

jueves, 12 de junio de 2014

Siempre ha sido mi héroe...

Recuerdo que, cuando yo estaba pequeña, uno de mis héroes era mi papá, yo quería ser como él.

Se sabe que hace muchos años el papel del padre en la familia se centraba en un sujeto que imponía normas, daba seguridad y mantenía a su familia, relegando el vínculo emocional y afectivo con sus hijos a otras personas.

Hoy en día está muy estudiado que el papel del padre es de suma importancia  e influye mucho en el desarrollo de la personalidad de los hijos. Si un niño desde el nacimiento, recibe la atención y el afecto de su papá logrará desarrollar, a lo largo del crecimiento, mejor autoestima e independencia, además de  una personalidad más marcada que fortalecerá sus habilidades cognitivas, su salud emocional y su bienestar en general.

Hay muchísimos padres que hoy en día trabajan tanto que no les da tiempo de ver a sus hijos o de jugar un rato con ellos, no saben cuáles son sus prioridades o simplemente no saben cuáles son los gustos de los hijos, si le preguntas qué sabor de helado le gusta a su hijo no tienen ni idea. No puedo criticar a nadie, porque cada familia es distinta y las circunstancias son diferentes, no se puede generalizar. Pero algunos prefieren descansar que jugar con sus hijos, lo que no se han dado cuenta es que los hijos son prestados y algún día se irán de casa, es entonces que vendrán los remordimientos de no haber aprovechado el tiempo. Como dice la canción: no basta con creer ser un padre excelente, porque eso te dice la gente...hay que serlo de verdad.

En cambio hay padres, que veo en la consulta, que saben exactamente los gustos de los hijos, sus comidas y juguetes favoritos, incluso van solos a las citas con los niños. Otros han jugado a reyes y princesas o a salón de belleza con sus hijas, pero obvio que no es el común denominador, otros en cambio ni conozco porque nunca han ido al consultorio.

El 70% de  los juegos de los niños con sus padres son mas escandalosos, más bruscos y fomentan más la competencia si se comparan con los juegos que se hacen con las madres. En cambio la mayoría de los juegos de las mamás con los hijos involucran acurrucamiento. Uno transmite independencia y competitividad y el otro juego transmite seguridad.

Si en la familia está presente tanto el padre como la madre, es necesario que haya un balance, ambos crian diferente.

Aparte de ser mi héroe, mi papá me demostró que estar sereno en todo momento es posible, que si uno impone respeto no es necesario alzar la voz, cosa que me falta imitar de vez en cuando.

Para los que hemos tenido la dicha de tener un padre en casa, aprovechemos y pensemos qué nos gustaría hacer igual y qué cambiaríamos para mejorar.


A aquellos papás que se dedican a sus hijos y siempre sacan un tiempo para estar con ellos, les deseo lo mejor. ¡Feliz día del padre!
 
GN

jueves, 5 de junio de 2014

¿Y ahora qué hago?

Después de meses esperando su llegada y tratando de tener todo listo para cuando naciera,  llegó mi chiquita un octubre de hace hace 7 años.  Cuando una mujer está embarazada mucha gente le dice: prepárate para no dormir, los hijos te cambian la vida, tienes que tener ayuda, ya no vas a poder salir como antes. Algunas pensamos que es puro cuento y otras entran en periodos de estrés. Pero independientemente de lo que pensemos, creo que ninguna mamá primeriza se imagina que todo eso es cierto y va mucho más allá, además que está requete demostrado que nadie aprende en cabeza ajena.

Cuando nace el o la primogénita empieza lo bueno, sólo que en el hospital entre la visitadera  de gente, los recordatorios y la celebración de los papás con los amigos, se disipa un poco el estrés que a la mayoría de las mamás nos embarga.

Aprovecho el espacio para comentar que en Panamá hay una costumbre, cuando nacen los bebés, de prácticamente una fiesta hospitalaria de 2-3 días (el tiempo que la mamá esté en el hospital). Como mamá, lo he vivido 3 veces. Lo que la mayoría de la gente no se percata, es que las mamás estamos agotadas; entre el estrés, las hormonas, el bebé en la habitación, la lactancia materna y la atención a las  visitas, el cansancio es real.  Si sólo fuera la gente 5 minutos a visitar, pero hay personas que se quedan horas en el hospital, no precisamente en silencio. Yo entiendo perfectamente que la mayorías de las visitas lo hacen de buena fe, pero resulta sumamente incómodo para una mamá primeriza dar pecho (y tener la teta fuera) y tener que estar atendiendo visitas o simplemente aguantarse que la gente se quede mirando. En verdad es terrible, lo que muchas mamás hacen es simplemente no dar pecho y eso está muy mal. Sin mentirles, yo he ido a pasar la visita y cuando entro a la habitación está el bebé y fácil entre 20 y hasta 40 personas en una habitación, el escándalo se escucha hasta en los pasillos y en otras habitaciones donde hay gente enferma. Sería bueno pensar en esto y por qué con las familias extranjeras no pasa esta situación.

Regresando al tema, cuando salimos del hospital y llegamos a casa...por lo menos yo, puse a la bebé en la cuna y pensé ¿y ahora?...creo que nunca imaginé cómo cambia la vida el primer hijo. Empezó la trasnochadera, el cansancio estaba al nivel máximo, tanto físico como mental, las ganas de llorar sin razón se presentaban a cualquier hora y así sucesivamente.

Yo siempre dije que podía regresar a trabajar un par de semanas después, pero bueno, de poder se puede, pero de querer no estoy segura. Por lo menos yo no quería. Y la mayoría de las mamás de pacientes que veo en la consulta no lo quieren hacer. Muchas llaman varias veces a la casa a ver si todo va bien, otras cruzan la ciudad a la hora del almuerzo para corroborar que de verdad todo está bien.

Cuando veo a los bebés en la cita de los 7 días, las mamás tienen cara de agotadas, están ojerosas y realmente cansadas. Siempre trato de darles ánimo, si el bebé está perfecto (que son la mayoría) les digo que van bien y que lo están haciendo excelente. No se sí sirva de algo, pero a mí me hubiese gustado escucharlo. Lo que sí está claro es que poco a poco vamos sabiendo qué hacer y nos adaptamos a la nueva rutina, manejamos todo con extraordinario control. Mirar al bebé a los ojos y ver la ternura que hay en ellos nos reconforta y es casi nuestra recompensa. El cansancio se va evaporando o no se si es que forma parte de nuestras vidas. Puede ser que los padres no comprendan eso del todo, pero muchos colaboran en el proceso. Menos mal que el ¿qué hago ahora? se transforma en ¡hay que hacer!


GN