viernes, 25 de diciembre de 2015

Es mi deseo...

Cuando dieron las 12 am en nochebuena, dos de mis tres hijos ya dormían.  El de 6 años estaba conmigo y desde la ventana de la cocina apreciábamos como en toda la ciudad habían fuegos artificiales, la verdad era un espectáculo muy lindo. En eso mi hijo me abraza y me dice: mami, te quiero, lástima que mis hermanos duermen, esto está hermoso. Pues sí, tenía razón. 

Estos últimos días he escuchado de personas conocidas que han perdido a un ser querido. Perder a un padre o madre siempre es difícil y por estas fechas en que las familias se reúnen debe ser peor, aunque si uno quiere a una persona con toda su alma, cualquier época del año es mala y para estas fechas la nostalgia no deja de aparecer.

No me puedo imaginar la tristeza que uno debe sentir al perder una madre o un padre, pero siempre diré que perder un hijo debe ser peor. Incluso cuando muere un recién nacido, aunque haya pasado poco tiempo desde el nacimiento, una parte de la madre también muere. Lo he presenciado. Solo ver cuando los bebés prematuros extremos, aquellos que pesan poco mas de una libra, no logran sobrevivir, el dolor es indescriptible, la familia completa queda destrozada. Solo de pensar que le puede pasar algo a nuestros hijos hace que se me achurre el alma.

Doy gracias, al que tenga que dar gracias, por la vida de mis hijos, es el mejor regalo que tengo, solo espero poder disfrutarlos por siempre, cada minuto cuenta, cada minuto es valioso, la calidad de tiempo la debería mejorar. Me encantaría poder seguir disfrutando ver los fuegos artificiales con mis hijos por muchas mas Navidades. Nunca sabemos que nos depara el destino, así como tampoco sabemos cuándo no estaremos juntos. Es mejor regalarles más amor y tiempo real que cosas materiales que pasarán de moda o se dañarán. El amor del bueno, inocente y verdadero es para toda la vida y pesa más que el wii, el celular o la computadora. De eso sí se van a acordar  toda la vida.

Espero que el espíritu de la Navidad, a los que la celebran, llegue a sus hogares, les colme de amor y mucha salud para disfrutar a los niños lo mas que podamos.

GN

viernes, 18 de diciembre de 2015

Monstrua temeraria...


Como muchas de nosotras, estas semanas previas  a las fiestas, he  estado llena de trabajo, expuesta a tráficos inexplicables y actividades sinfín. Hoy al llegar a casa y almorzar a las 3:30 pm, traté de recostarme un rato mientras esperaba que me llamaran para un parto.

Mil y una vez le he dicho a mi hijo de 6 años que cuando mami duerme no es prudente despertarla a menos que sea una "urgencia urgente", pero como para él todo es urgente las mil y una vez me ha despertado. Creo que estas últimas semanas está entendiendo el significado de lo valioso que es para mami su sueño en los momentos que puedo descansar un rato. El asunto es que hoy decidí recostarme 15 minutos mientras esperaba la llamada del parto, o sea que cuando eso pasa me cuesta descansar pensando en que va a sonar el teléfono.  Cuando creía que estaba cayendo en el sueñito entra mi hijo a la habitación y dice: "mami, te quiero decir algo", salté de la cama y lo regañé diciéndole que cuántas veces le voy a decir que por favor no me despierte a menos que sea extremadamente necesario. Me contestó que necesitaba que le ayudara a ponerse sus zapatillas para la clase de fútbol. Se las puse a regañadientes y hablándole más alto de lo habitual.

Cuando se fue a la clase, me entró el remordimiento habitual de la conciencia, pensando que le había gritado sin razón y que soy una mala mamá porque en verdad estaba buscando estar conmigo porque estas últimas semanas lo he visto un poco menos.

¿Saben que hay estudios científicos que demuestran que los gritos tienen efectos negativos en la conducta de nuestros hijos? Los investigadores han comprobado los efectos de esa violencia verbal sobre los niños y encontraron que los niños del estudio habían desarrollado diversos problemas de conducta en el año sucesivo comparado con los niños que no habían recibido gritos.  Los problemas iban desde discusiones con compañeros, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, peleas en el colegio, robos en tiendas, síntomas de tristeza repentina y depresión.  Después de leer esto, por supuesto que el remordimiento fue mayor y me sentí fatal. Y como consuelo para mi misma dicen que  nunca es tarde para modificar las conductas que reconocemos que son dañinas para nuestros pequeñines.

En los  momentos que estamos a punto de perder el control y la ira se apodera de nosotros como un ente maléfico, debemos detenernos antes de que el volcán explote. Pero debemos reconocer la ira para poder frenarla, controlarla y descargarla de otra forma.
Los gritos no dejan secuelas físicas, pero sí psicológicas y emocionales. Crecer con un patrón familiar donde los gritos son a diario los hace inseguros y acaban creyendo que es la única manera de hacerse valer, sometiendo a otro a gritos. Se repite el patrón.
Que yo recuerde mi papá “jamás de los jamases” me gritó, ¡increíble!  Ahora pienso cómo lo hacía y pensándolo más no recuerdo que mi querida mamá nos gritara y si lo hacía fue tan pocas veces que no lo puedo recordar. En verdad no creo ser tan gritona con mis chiquitines, he visto mil y una mamá peor que yo, aunque no es un consuelo. Odio sentirme mal por hacer algo que no quiero hacer. Quiero que mis hijos me recuerden como una mamá comprensiva y no como una monstrua temeraria que se convierte en una “grinch gritona”. Me rehúso, así que estar cansada no es excusa. Trataré de ser mejor, aunque a veces sí los quiera ahorcar en sentido figurado.

GN

viernes, 11 de diciembre de 2015

Mi plan: dormir una hora extra



A diferencia de otros días, mi hijo de 6 años despertó hoy primero que el resto de los integrantes de la casa, estaba feliz e incluso comentó que el amanecer estaba hermoso. Creemos que la razón de este inusual comportamiento es que es el último día de clases. Bueno, yo también estoy feliz, esto significa por lo menos unos 30-60 minutos más de sueño que tendré en los próximos meses, algo que la mayoría de las mamás del universo deseamos.

El último día de clases del año escolar es muy importante así como también lo es el primer día. Es una despedida de compañeros y maestros, fundamental en las relaciones humanas. A veces hay sentimientos encontrados de alegría por acabar un año de convivir con compañeros y amigos, además de los maestros que muchas veces pasan más tiempo con los niños que nosotros los padres, por el otro lado la tristeza de dejar a los maestros que tanto cariño dieron o a compañeros que jugaban y convivían en el día a día.

Cuando los niños son más pequeños, muchas veces lo que diga el maestro es la ley. Mi hija cuando tenía 7 años me dijo que yo pronunciaba mal cierta palabra en inglés, que su maestra era la que sabía y se pronunciaba de tal forma, que por favor la dijera bien. ¡O sea! Nuestros chiquitines tienen gran admiración por ciertos maestros, incluso nosotros mismos recordamos a aquellos profesores que nos dejaron marcados para el resto de nuestras vidas por su atención, actitud, enseñanza o cariño que en su momento nos brindaron. Por supuesto que también, hasta sin hacer memoria, recuerdo a maestras de primaria, que eran "malucas" con la clase y que nos hacían la "vida de cuadritos"y eso que yo era medio nerd en la escuela y me portaba super bien. Una de las que más recuerdo era una monja que usaba un hábito negro (el resto de las monjas de la congregación a la que pertenecía mi colegio usaban hábito blanco), era muy alta o por lo menos yo la veía enorme (yo era casi la más pequeña de la promoción), que solo nos hablaba en inglés y nunca  sonreía, solo hablaba y gritaba si alguien se portaba mal, cuando venía esa clase, todas temblábamos, pero eso sí, toda la clase siempre tenía la tarea lista. Creo que en esta época la hubiesen acusado de "maltrato psicológico", pero ese es otro tema.

Claro que todo evoluciona, con el advenimiento del internet y lo fácil que es ahora recibir una tarea por "chat" si se quedó cierto libro o material en la escuela, se ha tornado un poco diferente la dinámica, pero aún así hay que enseñarles responsabilidad a nuestros hijos. Es muy fácil pedir la tarea en el grupo de chat del salón para que nuestro acudido no falle en llevar o tener buena cierta tarea. Pero con eso no estamos enseñando responsabilidad, estamos enseñando que si fallo mi mamá va a resolver y si se me olvida anotar en la agenda escolar la tarea, seguro que si lo pido, algún compañero manda la foto y se podrá realizar sin dificultad. Hay pros y contras, claro, pero pensemos bien qué es lo que queremos que nuestros hijos aprendan en cuanto a responsabilidad y en cuanto al cumplimiento de los deberes.

Vamos a ver que nos depara el próximo año escolar, espero que el entusiasmo de mi hijo sea igual en el primer día del año entrante y ojalá  pueda dormir una horita extra durante los dos meses y medio de vacaciones, ese es el plan.


GN

viernes, 4 de diciembre de 2015

Me encanta Diciembre



Particularmente me encanta el mes de Diciembre, me gusta la Navidad.  En mi memoria está guardado el recuerdo de celebrar Navidad en familia y con todo lo que este acontecimiento involucra incluyendo los términos de dar, compartir y celebrar. Puede ser que lo sienta así porque mi mamá se encargó de enseñármelo, no se los detalles exactos.

Desde que empieza Diciembre quiero decorar la casa de Navidad e ir comprando arbolito navideño para que los niños me ayuden a decorarlo aunque siempre acabe sola haciéndolo, no me molesta, me gusta, así como  colocar los adornos en cada rincón de la casa.  También desde que empieza Diciembre comienzan las fiestas navideñas que me agradan y la compradera de regalos que es la parte que no me gusta tanto. Ayer fue mi primera fiesta navideña de este año,  la de mi equipo de fútbol el cual desde hace dos años  forma parte importante de mi diario vivir. Creo que la idea de compartir y demostrar cariño mutuo fue cumplida durante la celebración, aparte del intercambio de regalos habitual y divertido, en el cual recibí un regalo espectacular, la felicidad se hizo presente al igual que el cariño recíproco entre amigas. 

Pienso que la idea central de estas fiestas  o de la fiesta que celebremos de acuerdo a nuestras creencias debe ser que la felicidad no la dan los regalos si no el sentirnos queridos por demás. El consumismo en el que nos vemos envueltos no lo debemos transmitir a nuestros hijos. Ellos deben saber que el amor por los demás se puede demostrar en cualquier día y en cualquier mes del año también, no necesariamente en ésta época, pero que si celebramos estas fiestas los regalos no deben ser la parte central del asunto.  Cada familia la organiza a su manera y le da el significado que quiera a sus propios valores, pero debemos tener en cuanta que lo que hagamos y el significado que le demos ahora que estén pequeños es el significado que tendrán para el resto de sus vidas.

Claro que me gusta que me den regalos, no lo voy a negar, pero estoy segura que si solo nos hubiésemos reunido a compartir y a celebrar la amistad, también la hubiese pasado muy bien. Aprovechemos estas fiestas para enseñarle a nuestras criaturas el significado real de compartir con otras personas, el real significado de la familia y de las amistades. Que si nos encanta recibir regalos porque nos hace sentir bien, también se puede sentir lo mismo dando algo al que tiene menos o simplemente queriéndolo y amándolo; que también se pueden sentir bien si ayudan a sus hermanos en una simple tarea cotidiana y que su hermano se lo agradezca. Hay miles e incontables formas que les podemos enseñar, queda en nosotros enseñarles lo que queremos que aprendan. Enseñémosle a simplemente ser felices con lo que tenemos, nosotros decidimos muchos de sus recuerdos y de su aprendizaje.

Por mi parte seguiré decorando la casa y trataré que el espíritu de la Navidad entre en las cabecitas de mis tres retoños como me gustaría que lo vayan a recordar siempre.

GN