viernes, 23 de marzo de 2018

Hasta siempre M…

No estoy lista para ser amiga de la muerte,  soy amiga de la vida, ayudar a traer niños al mundo es una bendición y una alegría muy grande, pero saber que alguien conocido fallece me pone a pensar siempre en los ciclos de la vida, en las pequeñas y grandes cosas que la vida me da.

Asumo que en muchas profesiones es igual, pero en ésta, conoces a tanta gente que muchas veces olvidas caras y nombres, al igual que hay caras, palabras y gestos que nunca llegas a olvidar.  Creas empatía con los pacientes, con las mamás  de los pacientes y las abuelas, en realidad con los que van constantemente a las citas. Te das cuenta que hay personas maravillosas en este mundo, que se desviven por sus hijos, que tratan de dar lo mejor de sí, que les gusta ayudar a los demás sin intenciones de recibir nada a cambio y es cuando piensas que más personas como esas deberían existir en el mundo. Hay pacientes que te encanta que vayan a la consulta porque sientes buena vibra, sientes positivismo y las consultas resultan gratas.


Así como esa sensación de agradecimiento que te dan las personas cuando sientes que no has hecho nada que haya que agradecer es la persona  que hoy se fue al cielo. Justo hoy en la mañana me entero que estaba grave en un Hospital de la localidad, pasé por el lugar pero no pude hablar con ningún familiar, no me atreví ni siquiera a entrar donde estaban, se percibía mucho dolor y me retiré con la cabeza baja y el alma apretada. Hace pocos minutos me entero que esta maravillosa mamá ya no nos acompaña en este mundo y mi corazón está triste. Me cuesta lidiar con la muerte y la idea de despedir gente maravillosa de este mundo, pero se supone que los médicos somos fuertes en este aspecto, pues yo no,  y creo que no podré serlo nunca.  Ahora entiendo una de las razones por las que estudié Neonatología, son más las  alegrías que las tristezas. Hoy casualmente le decía a la abuela de un recién nacido que esta era de las mejores profesiones (para mí) cuando ella me dijo que debía ser  rico trabajar dándole alegría a las personas en el momento del nacimiento y tiene razón, mucha razón.

Gracias por los momentos de enseñanza, gracias por haber sido parte de algunos momentos de mi profesión y gracias por la confianza que depositaste en nosotros. Hasta siempre M.



GN

viernes, 16 de marzo de 2018

Histeria colectiva...


¿A quién lo suena conocida esta escena?

Llegas a casa después de una jornada laboral algo agotada o cansada, has llamado varias veces en el transcurso del día a ver cómo va todo por la casa, te responden que bien y que todo está bajo control, además que los niños  se han portado muy bien. Llegas a casa y de repente uno de tus hijos se pone a llorar, el otro pelea con el hermano, quieren ver más televisión, no se quieren acostar a dormir, tu vas entrando en cansancio mental tratando de resolver los problemas, los niños siguen peleando entre ellos, uno no se quiere poner la pijama, el otro no se quiere cepillar los dientes, además uno quiere jugar contigo  y gritas y ¡todos gritan!  Se formó la histeria colectiva...

Ayer estaba en una conferencia sobre la importancia del juego en los niños de todas las edades y muchas preguntas salieron a colación, una de ellas fue esta, la mamá que hizo la pregunta quería saber la causa y razón de estos comportamientos de los niños cuando llegamos a casa.

La respuesta pareciera fácil, quieren la atención de esa mamá que ha estado todo el día fuera de la casa, los niños necesitan que su mamá al llegar a casa les preste atención e interactúe con ellos. El amor y el cariño de los niños hacia nosotras va más allá de besos y abrazos, nos quieren demostrar a través de estos comportamientos  que nos necesitan físicamente, que necesitan interactuar y jugar con nosotras, que somos parte importante de sus vidas y de decirnos "hola mami, aquí estoy" aunque la situación se ponga difícil, escandalosa y pesada debemos tratar de comprenderlos.  A veces solo necesitamos un minuto o dos de quietud y de silencio, pero sobre todos los hijos más pequeños no entienden las dimensiones de cansancio ni de tiempo y por más que le digamos mami está cansada, no lo comprenden porque no tienen la capacidad de hacerlo.

La necesitad de nuestros hijos de estar con nosotras, a pesar de estar cansados, hace que haya una descarga de energía que como yo digo "casi que se trepan por las paredes cuando llego a casa" y se supone que cuando llamé cuando iba en camino estaban con sueño.  Debemos aprender a identificar qué quieren y ellos deben aprender que necesitamos espacio de vez en cuando, pero esto es poco a poco, no es tan rápido como en una noche, enseñémosle a expresar sus sentimientos con palabras, que pidan las cosas sin pataletas y si la rutina que establecimos no ayuda, pues cambiemos la rutina o busquemos otra perspectiva.

Mi mamá decía: "cada vez que llega la mamá se dañan", claro porque era pataletas, gritos, peleas entre hermanos...pero bueno, estos escenarios son parte de la maternidad, aquí nos están demostrando que somos importantes para ellos y que nos necesitan en sus vidas, a pesar que veces quisiéramos salir huyendo o colgarlos en sentido figurado. Aprendamos a disfrutar de las histerias colectivas y encontremos la solución para que no sean tan colectivas ni histéricas.

GN