El trabajo del niño es jugar y los juguetes son sus herramientas. Es obvio que deben cumplir con las obligaciones escolares, pero entre hacer tareas y la cantidad de actividades extracurriculares que le ponemos, ¿dónde queda el tiempo libre y el tiempo de ocio? Muchos lo ocupan usando aparatos electrónicos. Los niños de ahora se relacionan de forma diferente, impersonal, a veces no lo saben hacer de cara a cara, si no a través de redes sociales, correo electrónico, videollamadas, mensajes de texto y no me extraña que salga algo nuevo. Nos preocupamos porque aprendan a usar la tecnología y que no se atrasen en eso y porque además tengan tantas actividades que se supone que los encaminará bien a su mundo laboral futuro que no hay tiempo para descanso y mucho menos para jugar. Algunos ni saben jugar, no tienen mucha idea de hacerlo pues lo han practicado muy poco. Me atrevería a decir que es más importante que jueguen para que aprendan a controlar infinitas situaciones diferentes, que aprendan autocontrol al perder, automatización para mejorar, trabajo en equipo para lograr ganar, comunicación real con otras personas, empatía y relaciones sociales que meterlos en mil cursos y bajarle las mil aplicaciones. Consideremos que jugar es casi un master en aprendizaje del bueno y estamos dejando que crezcan sin él. Después tenemos niños frustrados que no saben resolver problemas de la vida cotidiana o que están acostumbrados a manejar situaciones virtudes y no reales que en un futuro no les servirá para su vida cotidiana y profesional.
La falta de juego hace que la niñez se acabe antes, estamos dejando que la infancia se acabe y que pase frente a la cara de nosotros y de nuestros hijos sin aprovecharla, luego tenemos adolescentes perturbados con temperamentos severos e irritables y que no sabemos manejar y que ellos no se saben manejar.
Muchos padres podrán alegar que los tiempos de ahora no son como los de antes y que incluso los niños no pueden ir al parque solos porque les puede pasar algo como raptos, acoso u otras cosas. Es cierto, pero pueden jugar en casa con tantas cosas que incluso ni se necesita tanto espacio, todo es cuestión de actitud y de ganas de hacerlo.
Enseñemos a nuestros hijos a jugar, probablemente nos cueste al principio y también involucre mas tiempo de nuestra parte, pero si nosotros no los enseñamos, ¿cómo se supone que van a aprender? Los juegos ocurren y luego fluyen. Estamos perdiendo la infancia y los resultados a largo plazo nos van a costar mucho, no dejemos que se nos vaya.
GNL