jueves, 28 de enero de 2016

Mamás chamuscadas...



¡Estoy de vacaciones! En realidad conseguir estar de vacaciones del trabajo y de "ser mamá" y que coincida con mi esposo es un verdadero logro. Dejar la consulta y los pacientes además de 3 criaturas en casa fue algo complicado. Hay listas en casa de horarios y números de teléfonos en caso de alguna eventualidad no prevista. Es difícil alejarse de casa mas de 5 días seguidos, no solo por la logística, si no por el sentimiento de culpa que me da dejar a mis tres retoños en casa y sentir que no estaré con ellos cuando se levantan o cuando se acuestan ¿y si se enferman? Mejor continúo antes que me den mas remordimientos.

Todos los que somos padres sabemos que en muchas ocasiones el cuidado de los pequeños es agotador. El día a día de muchas mamás y papás puede ser complicado: atender a las necesidades de los hijos, presenciar rabietas, peleas entre hermanos por cosas que para nosotros son tonterías, revisar los deberes, llevar la ropa a la lavandería o ir al supermercado y atender nuestras obligaciones laborales…en fin puede conllevar alteraciones en el bienestar de las mamás y provocar lo que se conoce como síndrome de burnout.

En general se describe para trabajadores pero se puede trasladar a la maternidad o paternidad. Se dice que los más vulnerables a padecer el síndrome son aquellos profesionales en los que se observa la existencia de interacciones humanas trabajador-cliente  (en este caso madre-hijos) de carácter intenso o duradero (pues sí, para toda la vida) sin considerar por cierto, a un cliente en particular sino más bien, a uno o varios (hijos en este caso, o una mascota agregada). Dichos profesionales (o sea nosotras) pueden ser caracterizados como de desempeño satisfactorio, comprometidos con su trabajo y con altas expectativas respecto a las metas que se proponen, en las que el burnout se desarrolla como respuesta a estrés constante y sobrecarga laboral (nunca acabamos realmente), así que somos presa super fácil.

Respecto al género, diversas investigaciones apuntan a que las mujeres presentan mayor prevalencia que los hombres ¿por qué no me extraña esto? Se ha encontrado en múltiples estudios que el síndrome ataca especialmente cuando el trabajo supera las ocho horas diarias, cuando no se ha cambiado de ambiente laboral en largos periodos de tiempo y cuando la remuneración económica es inadecuada. Bueno, si lo  aplicamos a la maternidad, ¡estamos listas para la foto!

¿Cuáles son los síntomas?
  • Agotamiento:  mas que nada agotamiento emocional, nos cuesta ofrecer más de nosotros.
  • Ineficacia: es la sensación de que no se están llevando a cabo debidamente las tareas y de que se es incompetente en el trabajo.
  • Cambios de comportamiento o de carácter: clásico diría yo. Fácilmente irritable, de mal humor y falta de energía.

El desgaste que se va generando hace que la resistencia al estrés sea menor y otras alteraciones pueden ser problemas cardiovasculares y mayor riesgo de obesidad.

¿Qué podemos hacer?

Lo ideal es aprender a organizar el tiempo, lo cual resulta sumamente difícil entre la casa, los niños, las actividades y el trabajo. Se puede pedir ayuda si sentimos que no podemos con todo, pero hay veces que pensamos ¿quién me puede ayudar? Lo ideal es delegar funciones y no querer hacer todo nosotras mismas. Se debe llevar un estilo de vida saludable que incluya ejercicios, es decir que de todas formas hay que sacar tiempo para nosotras para desconectarnos y cuidarnos.

No se si estaba quemada o chamuscada, a veces no nos damos cuenta, pero estas vacaciones me han caído de lo mejor. Mi promedio de sueño ha sido casi 9 horas diarias mientras que cuando estoy en casa es de 7 horas. No me ha dado ni un día dolor de cabeza y mi mente está relajada. Claro que extraño a los niños, me cuesta no abrazarlos todos los días, pero cuando llegue les daré abrazos extras y ya está. Y tú ¿cómo te sientes?


GN

jueves, 21 de enero de 2016

Naturaleza materna



No puedo dormir en los aviones, nunca he podido y cuando empiezas a viajar con hijos menos. En esta ocasión viajo con mi esposito y en vez de aprovechar dormir como todo el resto del avión, no puedo, no logro conciliar el sueño. Creo que solamente estamos despiertos los sobrecargos, una que otra persona que pasa al baño, la chica que se sienta a mi lado y yo, eso en un avión de 350 personas lo considero 3 gatos sonámbulos en horas de madrugada y aún faltan 7 horas de vuelo. Será un viaje eternamente largo. 

Estando despierta, casi en meditación, he podido pensar en todo, pero mis pensamientos siempre terminan con algún aspecto de mis hijos. Ya los tres deben estar dormidos de seguro. Mi hija debe estar agotada porque tenía ensayo de ballet hasta tarde, de seguro el del medio peleó con ella porque le acapara la televisión jugando videojuegos y el de dos años al estar en los terribles dos se la pasa molestándolos o tratando de poner sus reglas que nadie le entiende porque no habla muy claro.

¿Por qué las mamás seremos así? Tenemos tiempo para nosotras, aunque sea para pensar o dormir y pensamos en nuestros hijos. Creo que eso es inevitable. Entonces como el avión se mueve mucho porque pasamos por turbulencias pienso que puede que no los vea mas y se me estruja el alma. Ahí es cuando "pienso en voz alta" que se vayan esos pensamientos malos, ¿por qué pensamos esas cosas? No quiero hacer falta en la vida de mis hijos, dicen que nadie es indispensable en esta vida pero mis papás si eran indispensables para mí, me da tristeza aquellos niños que crecen sin sus padres, aunque alguien puede llenar su lugar debe ser sumamente difícil.

Para acabar el señor de atrás es como muy alto, parece no caber en el espacio y me tiene la espalda desbaratada, ya no se ni como arreglarme. Me hubiese tomado aunque sea una pastillita para vómitos que como efecto secundario da sueño y hubiese sido caso resuelto.

Lo peor es que me estaba orinando y cuando llego al baño el señor sobrecargo me pregunta si no he visto que la luz de abrocharse los cinturones está encendida, a lo que respondí que no, no me he dado cuenta pero es que no voy a aguantar las ganas y me ordena que me siente inmediatamente. Casi lloro, de verdad me estaba orinando y me encontraba en la puerta del baño. Dicen que en la puerta del horno se quema el pan pero este pan se iba era a mojar, me hubiese traido un pañal de hijo menor y caso resuelto. 

El asunto es que hubo turbulencia 3 horas seguidas por lo que no me dejaron levantarme y ya cuando iba cayendo en los brazos de morfeo encendieron las luces porque iban a dar desayuno cuando para mí eran las 2 am.  Odio las turbulencias, pensé en todo y todos, le dejé arreglada para siempre la vida a mis hijos en mis pensamientos, creo que los extraño. Casi todas, por no decir todas las mamás somos iguales, nuestros hijos nos cambian la vida y nuestra forma de pensar.

Ya los llamaré al llegar...es mi naturaleza.


GN

viernes, 15 de enero de 2016

Que viva la "mondonguera", pero estamos trabajando en eso

A veces me da pánico escénico, pero depende del escenario en el que me encuentre. Si no tengo confianza soy tímida, desde chiquita y por supuesto miles de veces he pasado por antipática, pero bueno, ya me acostumbré. Antes me ponía nerviosa de dar conferencias y creo que de tantas que he dado, ya perdí ese miedo y es prueba superada, ya hasta me gusta darlas.

En este momento me refiero a otro tipo de escenario.  Después de tener tres hijos, todo cambió: el cerebro, los pensamientos, la vida y el cuerpo. La mayoría para bien, pero el cuerpo no entraba dentro de los íconos de "bien".

Cuando estaba pequeña mi mamá me metió en un equipo de natación y practiqué el deporte por varios años, me sirvió para acostumbrarme a estar en forma por mucho tiempo, siempre trataba de hacer algún deporte, pero entre estudiar una década y tanto medicina mas Pediatría y Neonatología, el tiempo que me quedaba para invertir en deporte era poco y más si le agregas tres criaturas, muchas veces prefería o prefiero invertir ese tiempo libre en dormir. La cosa es que el sedentarismo ha formado parte de mi vida en varias ocasiones y le agarré odio a ponerme vestido de baño y andar mostrando los atributos así a la libre, porque por supuesto muchas partes no están firmes como antes. Pero eso es parte del pánico escénico a estar en vestido de baño por ahí, lo cual a esta edad "vintage" no debería importarme nada de eso.

Como ando buscando el deporte que le guste a mi hijo de 6 años, después de varios intentos con distintos deportes, hemos caído en la natación. Me encanta verlo nadar, tal vez por remontarme a mis años de infancia. La natación es una actividad útil y recreativa para muchos, es beneficiosa para la salud tanto a nivel físico como psíquico, es uno de los ejercicios físicos más completos para trabajar la mente y el cuerpo, mantiene en forma, fortalece los músculos y la memoria, por lo que es recomendable su práctica a cualquier edad. Entonces decidí que en vez de estar esperando en las gradas de la piscina, aprovechaba para retomar lo que dejé hace mas de 25 años. Pero, venía el problema del pánico escénico, ponerme el vestido de baño y caminar por toda la piscina con muchísima gente alrededor. Por suerte empecé a nadar con una amiga que me dijo que a ella no le importaba eso y que estaba orgullosa de la "mondonguera", que era lo mínimo después de tener de seguido tres hijos, así que bueno, estoy superando el pánico, ya me importa menos y estoy feliz porque estoy agarrando condiciones nuevamente. 

Luego de todo este análisis  superficial y tal vez sin importancia, me di cuenta que de verdad uno debe estar orgulloso de lo que tiene, si no es el cuerpo que deseas, bueno, valió la pena por los maravillosos hijos que tenemos y si podemos hacer algo por mejorarlo pues mejor, pero nunca debemos avergonzarnos. Tener una baja autoestima en algunos aspectos no es saludable para nuestra mente y la enseñanza a nuestros hijos no es la mejor. Como dice mi amiga que viva la "mondonguera" pero estamos trabajando en ello. Totalmente cierta la frase de "mente sana en cuerpo sano" y viceversa.

GN 

viernes, 8 de enero de 2016

Las abuelas...



Ninguna familia es perfecta, todas tienen lo suyo. Hay familias de mamá e hijo e incluso con muchos hijos. En estos últimos meses he asistido a dos cesáreas en que el nuevo integrante es el séptimo hijo. Ambas me han dejado pensando la clase de organización que deben de tener, solo imaginar la hora del desayuno  antes de ir a la escuela y todo ese proceso me da escalofríos. Una de las mamás me dijo que después del 4to hijo no había diferencia, que los grandes ayudan a los chicos. No estoy segura que lo pueda visualizar, las admiro, si yo a veces con tres criaturas ruego por un poco mas de paciencia y eso que me considero muy paciente.

Otra amiga me ha preguntado varias veces por qué no escribo sobre familias extendidas que son aquellas en que los miembros habitan en un mismo hogar y está conformada por parientes pertenecientes a distintas generaciones, como por ejemplo las abuelas.

Las abuelas son importantes en la vida de los nietos, de eso no hay duda alguna, pero no son las que deben llevar las riendas de la crianza, eso ya les tocó en su momento con sus hijos, por otro lado nunca deberían de renunciar a tener vida propia por cuidar a los nietos.

Las abuelas deberían marcar límites hacia los hijos y también poner algunos para ellas mismas; una abuela o suegra debe mantener respeto y objetividad hacia la dinámica familiar que ha adquirido la familia que ha formado su hijo o hija, y a la vez debe ser clara hasta qué punto puede o quiere comprometerse con la labor del cuidado de los nietos mientras los hijos trabajan.  Por ahí leí que la prudencia siempre será su aliada y le permitirá dar el mejor consejo cuando alguno de los hijos se lo pida. Pero no todas tienen la mentada prudencia y luego vienen los roces y discusiones con los padres.

Queridas y amadas abuelas no contradigan a su nuera en la crianza de sus hijos y demuestren con hechos que no intentan suplantarla o desvalidar su forma de educar. Gozen a los nietos pero no intenten tomar las riendas de la familia de sus hijos o hijas, en realidad ese trabajo es de ellos, ya ustedes cumplieron esa etapa y lograron criar a hombres y mujeres maravillosos, confíen en que la crianza que ustedes les dieron va a servir para que el trabajo que ahora les toca a ellos lo hagan correctamente. 

Padres y mamás, no recarguen todo el trabajo a las abuelas, a ellas les toca disfrutar de la vida desde otro punto de vista. Por supuesto que pueden ayudar con los niños, pero no es su respo sabilidad ahora, es nuestra.

Hago constar y lo he expresado varias veces que no estoy en contra de las qbuelas ni mucho menos, son maravillosas y doy gracias porque existen. Pero zapatero a su zapato.

Me imagino que estas grandes mamás de muchos hijos tienen a las abuelas felices de tener muchos nietos y las necesitarán algo mas que las que tienen menos hijos, no se, es suposición, pero lo que sí estoy clarita es como me dicen muchas de las abuelas que acompañan a los nietos a las citas luego de preguntarles si el amor de abuela es igual o diferente que el que se siente por un hijo y todas responden parecido:"es maravilloso y diferente, ni mas ni menos, es diferente y extraordinario".

GN

viernes, 1 de enero de 2016

¿Somos las madres de ellos?

Una amiga me comentó hace un par de días que los maridos son como otros hijos más. Luego de hacer la cena y haberse acabado la misma, quería más pero no había, así que él quería que hiciera todo de vuelta porque seguía con hambre. A raíz de eso publicamos un post que decía: ¿será que los maridos son como un hijo mas? Para mi sorpresa ha sido el post mas compartido y gustado desde que este blog fue creado. Aparentemente es un tema delicado y muy común en las conversaciones de las mujeres casadas o que comparten su vida con una pareja del sexo opuesto.

Les voy a mencionar algunos de los comentarios que he escuchado con frecuencia: "mientras ve el fútbol nadie le puede hablar", "a mi marido no le gusta cambiar pañales porque dice que ese es mi trabajo", "le tengo que hacer la maleta a mi esposo así sea que se vaya un fin de semana fuera de la casa porque no le gusta hacerla", "si no le dejo el café de la mañana listo no toma porque ni sabe usar la cafetera" y creo que la ganadora por lejos es " cuando están enfermos es lo peor, con un simple resfriado se están muriendo". 

No soy psicóloga, soy solo Pediatra y mamá de tres niños,  pero sobre este tema hay dilema e incluso de parte de los mismos hombres. Ellos dicen que es culpa nuestra porque nadie nos manda a apoyar la liberación femenina, desde que luchamos por igualdad de derechos en los trabajos, las mujeres tienen que matarse trabajando y además seguir llevando las riendas de los niños y del hogar. Los niños que hoy son los maridos, según algunos psicólogos, tuvieron un vacío por parte de sus padres en cuanto a emocionalidad, que fue llenado por las madres con ultraprotección con afecto. Los padres de nuestros maridos trabajaban para llevar el pan a la casa como quien dice, las mamás de nuestros maridos criaban a los hijos. A las niñas les enseñaban tareas de hogar y a los niños a ser fuertes y decían que no se podía llorar porque los niños no lloran, no generalizando, pero error fatal. Hay maridos que no friegan platos y son incapaces de usar la lavadora porque nunca aprendieron, y ¿quién es la figura que reemplaza a la madre? Pues la esposa...

Dicen por ahí que el mejor camino para llegar a vínculos de pareja  maduros y responsables es trabajar simultáneamente (pero no revueltos) en lo que cada uno debe transformar. Los hombres se deben involucrar  más con los aspectos emocionales de nuestros hijos y no creer irracionalmente que es "cosa de mujeres". De lo contrario seguirán siendo seres infantiles por mucho que parezcan socialmente que son "fuertes" y de "temple", nuestros hijos actuarán luego como hijos de sus mujeres. 

Nosotras, las esposas, deberíamos tratar de fortalecer su autonomía y su independencia para no quedar atadas, por temor al abandono, a un hijo no deseado: los maridos. Hay unos que tienen sus momentos y no todo el tiempo son como otro hijo. Incluso dice mi marido que yo soy una hija mas...sin comentarios.

Seguiré "apapachando" a mis hijos varones cuando se enferman, eso es imposible de no hacer, pero en vez de buscarle su ropita le enseñaré a escogerla conmigo y luego ya que lo haga solo, también lo enseñaré cuando sea mas grandecito a servirle el cafecito de la mañana a mami y a poner el despertador para que aprenda a levantarse solito. 

¡Feliz 2016, vamos con todo!

GN