Esta semana ha sido un poco complicada, mucho trabajo,
pero gratificante a la vez. La cuestión es que iba saliendo mas tarde de lo
habitual, incluso sin almorzar, para buscar a mi hija a la casa
para llevarla a su clase regular de ballet. Como prácticamente he tenido a mis
hijos en el abandono por exceso laboral, llamé a la casa para que estuviera
lista y que arreglaran a los otros dos hermanos para que me acompañaran y así
compartir con ellos un rato mas. Tenía el tiempo justo para recogerla y
depositarla en la escuela de danza. Cuando pasé por ellos los 3 individuos
estaban listos. Mi hija de 8 años y el de 5 años se sentaron en la tercera fila
de asientos del auto (carro de familia numerosa) y el bebé en su silla en la
segunda hilera.
Creo que no habían pasado ni 5 segundos de estar
sentados y empezaron a pelear por
“tonterías” como yo les digo. Que si yo quiero ese puesto, que ese lugar es
mío, que ponte más allá, que él me metió un puñetazo, que ella me habló feo,
una empezó a llorar, el otro a gritar, cuando de repente se me subió el
apellido a la cabeza y 100 metros más adelante estacioné en una acera, me bajé
del auto y luego los bajé a ellos (a los 2 que peleaban, el bebé no creo que
supiera qué pasaba). Los paré en la ancha acera y les dije que si no arreglaban
la discusión ahí nos íbamos a quedar parados. Las caras de ambos se
transformaron, estaban asustados, asumo que por haberlos bajado del carro y
probablemente por mi cara de furia como la de la película intensamente.
Mi hija argumentaba que ella quería ese puesto, que se
había sentado primero, que su hermano le había metido un puñetazo y que le
dolía en el lugar de la agresión. El del medio decía que el quería ese puesto y
que no le diera una nalgada por favor. Fue entonces cuando vino mi análisis
oral: “¿Creen ustedes que me gusta que peleen? ¿Creen que es necesario pelear,
gritar, meter puñetazos y herir al hermano por un asiento? ¿Han visto ustedes a
su papá pegarme por estar sentada en su puesto? Quiero que sepan ambos que están
castigados, después pienso la sanción, en este momento se arreglan ustedes
mismos y se piden disculpas. ¡Estoy furiosa!, no puedo creer que se maltraten
entre ustedes.” Acto seguido, abrí la puerta del auto y los subí al mismo. Las
pobres criaturas no hablaban, ambos tenían ganas de llorar en medio de la calle
poco transitada. Seguí el camino al ballet y nadie hablaba, ni el bebé. De
repente el de 5 años le dice a la hermana que por favor lo perdone que no le
quiso pegar, pero ella le dijo que no lo disculpaba porque le dolía lo que él
había hecho. El niño lloraba en silencio.
Al llegar a casa y preguntarle a solas a mi hijo
porqué le había pegado a su hermana me respondió que no sabía, que él en verdad
trataba de portarse bien pero que a veces no podía, simplemente así salía. Que
me prometía que no pelearía mas con ella y que por favor lo perdonara.
Todos los que tenemos hermanos sabemos que
las peleas entre hermanos son constantes y ahora las vivimos con nuestros
hijos, se transforman en cotidianas. Los niños no entienden
las normas sociales, y las peleas entre
hermanos surgen prácticamente desde el nacimiento del segundo hijo. Las
confrontaciones aumentan al compartir ambos hijos muchas cosas como el espacio,
el tiempo y la familia. Cada uno de los hermanos quiere hacerse notar y
sentirse el protagonista en todo momento, y no dudará en crear cuantos
conflictos sean necesarios si entiende que es la única manera de conseguirlo,
queda en nosotros cambiarles la forma de pensar. Lo importante es enseñarles a resolver sus
diferencias. No solo tenemos que ser un buen modelo para
ellos, sino también crear un entorno donde se pueda hablar de todo lo que
acontece en casa y los problemas que surgen, buscando entre todos y de la
manera más consensuada posible la solución que nos parezca más adecuada.
Al verse de vuelta mis hijos estaban como si nada,
parecía que nunca en su vida hubiesen peleado, e incluso mi hijo le dio un beso en la mejilla a la hermana y ella sonrió y le hizo cosquillas. Eso es lo maravilloso de tener
hijos, las miles de experiencias que tienen y que nos enseñan a nosotros día a
día. Obvio, no me gusta que peleen, pero poco a poco van aprendiendo a resolver
sus diferencia y aceptar la forma de ser cada uno. Dicen que si no pelearan
fuera aburrido, pero como eso no pasa en mi casa nunca lo sabré. No hay forma
de que me aburra, en mi casa hay gatos, loros, perros y osos cariñosos de pendiendo del día.
GN