Según mi forma de ver las cosas, una madre nunca está
bien preparada para ver a un hijo morir. Creo que es una de las peores cosas
que le puede pasar a unos padres, sea cual sea la causa.
En estas últimas semanas he recibido varias noticias de
niños gravemente enfermos o que han fallecido. No puedo ni siquiera imaginar
cómo se sienten sus padres porque solo de pensar en eso se me estruja el alma y
mi corazón se encoge de dolor. Siempre he dicho que los niños no deberían
sufrir.
Sabían ustedes que mas de 6 millones de
niños menores de 5 años mueren por año a nivel mundial y más de la mitad de esas muertes prematuras se deben a
enfermedades que se podrían evitar o tratar si hubiese acceso a intervenciones
simples. Las principales causas de muerte entre los menores de cinco años
son la neumonía, las complicaciones por parto prematuro, la asfixia perinatal y
la malaria. Aproximadamente 45% de las muertes infantiles están asociadas a
problemas de malnutrición según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Los que más riesgo tienen
de morir son los bebés y los lactantes. Cada año mueren aproximadamente 3
millones de lactantes durante su primer mes de vida. Durante este primer mes,
casi la mitad de los fallecimientos tienen lugar en las primeras 24 horas de
vida y un 75% durante la primera semana. Las 48 horas posteriores al nacimiento
es el momento más importante para la supervivencia del recién nacido. Es en
este período cuando se debe realizar un seguimiento a la madre y el niño para
evitar y tratar enfermedades.
Muchos de nosotros no nos
damos cuenta de lo privilegiados que somos, o mejor dicho de la ventaja que
tenemos de tener acceso a un sistema de salud que nos ofrece tanto
intervenciones sencillas como atención de parto a la madre y al bebé con personal
calificado junto con tecnología de punta. Otros no corren con la misma suerte
incluso en nuestro propio terruño, no nos tenemos que ir a las regiones del
África Sub Sahariana para comparar.
Uno de mis sueños es que todos las madres y recién nacidos del
país obtengan una atención de calidad en el periodo perinatal, no es justo que
por falta de atención o por descuido una madre pierda a su criatura, así como
tampoco es justo que unos padres pierdan a sus hijos pos enfermedades graves,
que a pesar de buenas atenciones y tratamientos médicos, la enfermedad gane la batalla y no el pequeño
cuerpo de los niños.
Pero, ¿quién soy yo para
decir qué es justo y que no? Ojalá lo pudiera decidir yo, mi iluso ideal es que
ningún niño falleciera y mucho menos sufriera. Pero sí puedo, al igual que
muchos médicos y pediatras, intervenir en la prevención de enfermedades que
pueden causar la muerte. Las consultas de crecimiento y desarrollo ayudan,
aunque muchos no lo piensen así, los laboratorios de control y las vacunas
también ayudan, aunque algunos estén en contra.
Siempre dicen que nadie
aprende en cabeza ajena y creo que es cierto, en el momento en que se nos
enferme un hijo por descuido o por pensar que la naturaleza lo cura todo,
entonces puede que sea demasiado tarde.
Bueno, después de
filosofar sobre lo que sería mi ideal, seguiré pensando…hasta el próximo
viernes.
GN
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