viernes, 10 de julio de 2015

Filosofando ando

Según mi forma de ver las cosas, una madre nunca está bien preparada para ver a un hijo morir. Creo que es una de las peores cosas que le puede pasar a unos padres, sea cual sea la causa.

En estas últimas semanas he recibido varias noticias de niños gravemente enfermos o que han fallecido. No puedo ni siquiera imaginar cómo se sienten sus padres porque solo de pensar en eso se me estruja el alma y mi corazón se encoge de dolor. Siempre he dicho que los niños no deberían sufrir.

Sabían ustedes que mas de 6 millones de niños menores de 5 años mueren por año  a nivel mundial y  más de la mitad de esas muertes prematuras se deben a enfermedades que se podrían evitar o tratar si hubiese acceso a intervenciones simples.  Las principales causas de muerte entre los menores de cinco años son la neumonía, las complicaciones por parto prematuro, la asfixia perinatal y la malaria. Aproximadamente 45% de las muertes infantiles están asociadas a problemas de malnutrición según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Los que más riesgo tienen de morir son los bebés y los lactantes. Cada año mueren aproximadamente 3 millones de lactantes durante su primer mes de vida. Durante este primer mes, casi la mitad de los fallecimientos tienen lugar en las primeras 24 horas de vida y un 75% durante la primera semana. Las 48 horas posteriores al nacimiento es el momento más importante para la supervivencia del recién nacido. Es en este período cuando se debe realizar un seguimiento a la madre y el niño para evitar y tratar enfermedades.

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de lo privilegiados que somos, o mejor dicho de la ventaja que tenemos de tener acceso a un sistema de salud que nos ofrece tanto intervenciones sencillas como atención de parto a la madre y al bebé con personal calificado junto con tecnología de punta. Otros no corren con la misma suerte incluso en nuestro propio terruño, no nos tenemos que ir a las regiones del África Sub Sahariana para comparar.
Uno de mis sueños  es que todos las madres y recién nacidos del país obtengan una atención de calidad en el periodo perinatal, no es justo que por falta de atención o por descuido una madre pierda a su criatura, así como tampoco es justo que unos padres pierdan a sus hijos pos enfermedades graves, que a pesar de buenas atenciones y tratamientos médicos,  la enfermedad gane la batalla y no el pequeño cuerpo de los niños.

Pero, ¿quién soy yo para decir qué es justo y que no? Ojalá lo pudiera decidir yo, mi iluso ideal es que ningún niño falleciera y mucho menos sufriera. Pero sí puedo, al igual que muchos médicos y pediatras, intervenir en la prevención de enfermedades que pueden causar la muerte. Las consultas de crecimiento y desarrollo ayudan, aunque muchos no lo piensen así, los laboratorios de control y las vacunas también ayudan, aunque algunos estén en contra.

Siempre dicen que nadie aprende en cabeza ajena y creo que es cierto, en el momento en que se nos enferme un hijo por descuido o por pensar que la naturaleza lo cura todo, entonces puede que sea demasiado tarde.

Bueno, después de filosofar sobre lo que sería mi ideal, seguiré pensando…hasta el próximo viernes.

GN

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