jueves, 30 de julio de 2015

Gatos, perros, loros y osos cariñosos

Esta semana ha sido un poco complicada, mucho trabajo, pero gratificante a la vez. La cuestión es que iba saliendo mas tarde de lo habitual, incluso sin almorzar, para buscar a mi hija a la casa para llevarla a su clase regular de ballet. Como prácticamente he tenido a mis hijos en el abandono por exceso laboral, llamé a la casa para que estuviera lista y que arreglaran a los otros dos hermanos para que me acompañaran y así compartir con ellos un rato mas. Tenía el tiempo justo para recogerla y depositarla en la escuela de danza. Cuando pasé por ellos los 3 individuos estaban listos. Mi hija de 8 años y el de 5 años se sentaron en la tercera fila de asientos del auto (carro de familia numerosa) y el bebé en su silla en la segunda hilera.

Creo que no habían pasado ni 5 segundos de estar sentados  y empezaron a pelear por “tonterías” como yo les digo. Que si yo quiero ese puesto, que ese lugar es mío, que ponte más allá, que él me metió un puñetazo, que ella me habló feo, una empezó a llorar, el otro a gritar, cuando de repente se me subió el apellido a la cabeza y 100 metros más adelante estacioné en una acera, me bajé del auto y luego los bajé a ellos (a los 2 que peleaban, el bebé no creo que supiera qué pasaba). Los paré en la ancha acera y les dije que si no arreglaban la discusión ahí nos íbamos a quedar parados. Las caras de ambos se transformaron, estaban asustados, asumo que por haberlos bajado del carro y probablemente por mi cara de furia como la de la película intensamente.

Mi hija argumentaba que ella quería ese puesto, que se había sentado primero, que su hermano le había metido un puñetazo y que le dolía en el lugar de la agresión. El del medio decía que el quería ese puesto y que no le diera una nalgada por favor. Fue entonces cuando vino mi análisis oral: “¿Creen ustedes que me gusta que peleen? ¿Creen que es necesario pelear, gritar, meter puñetazos y herir al hermano por un asiento? ¿Han visto ustedes a su papá pegarme por estar sentada en su puesto? Quiero que sepan ambos que están castigados, después pienso la sanción, en este momento se arreglan ustedes mismos y se piden disculpas. ¡Estoy furiosa!, no puedo creer que se maltraten entre ustedes.” Acto seguido, abrí la puerta del auto y los subí al mismo. Las pobres criaturas no hablaban, ambos tenían ganas de llorar en medio de la calle poco transitada. Seguí el camino al ballet y nadie hablaba, ni el bebé. De repente el de 5 años le dice a la hermana que por favor lo perdone que no le quiso pegar, pero ella le dijo que no lo disculpaba porque le dolía lo que él había hecho. El niño lloraba en silencio.

Al llegar a casa y preguntarle a solas a mi hijo porqué le había pegado a su hermana me respondió que no sabía, que él en verdad trataba de portarse bien pero que a veces no podía, simplemente así salía. Que me prometía que no pelearía mas con ella y que por favor lo perdonara.

Todos los que tenemos hermanos sabemos que las peleas entre hermanos son constantes y ahora las vivimos con nuestros hijos, se transforman en cotidianas. Los niños no entienden las normas sociales, y las peleas entre hermanos surgen prácticamente desde el nacimiento del segundo hijo. Las confrontaciones aumentan al compartir ambos hijos muchas cosas como el espacio, el tiempo y la familia. Cada uno de los hermanos quiere hacerse notar y sentirse el protagonista en todo momento, y no dudará en crear cuantos conflictos sean necesarios si entiende que es la única manera de conseguirlo, queda en nosotros cambiarles la forma de pensar. Lo importante es enseñarles a resolver sus diferencias.  No  solo tenemos que ser un buen modelo para ellos, sino también crear un entorno donde se pueda hablar de todo lo que acontece en casa y los problemas que surgen, buscando entre todos y de la manera más consensuada posible la solución que nos parezca más adecuada.
Al verse de vuelta mis hijos estaban como si nada, parecía que nunca en su vida hubiesen peleado, e incluso mi hijo le dio un beso en la mejilla a la hermana y ella sonrió y le hizo cosquillas. Eso es lo maravilloso de tener hijos, las miles de experiencias que tienen y que nos enseñan a nosotros día a día. Obvio, no me gusta que peleen, pero poco a poco van aprendiendo a resolver sus diferencia y aceptar la forma de ser cada uno. Dicen que si no pelearan fuera aburrido, pero como eso no pasa en mi casa nunca lo sabré. No hay forma de que me aburra, en mi casa hay gatos, loros, perros y osos cariñosos de pendiendo del día.

GN

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