viernes, 17 de julio de 2015

¿Valdrá la pena?

Pues bueno...me encuentro en una competencia en el extranjero esperando que mi hija de 8 años participe en uno de los bailes en grupo de su escuela de ballet, estos bailes ya los hizo ayer, pero como obtuvieron "buena evaluación" tienen que repetir el baile. Esperando, escuchando la música, viendo los bailes y observando las caras  de agotamiento, felicidad, enojo entre otros sentimientosde las mamás a mi alrededor después de tres días intensos me pongo a pensar que  esto es difícil para las niñas que participan. A veces no nos ponemos a pensar que cada una de esas niñas que se suben a un escenario ha practicado horas incontables y que todas hacen un gran esfuerzo. Entonces decidí escribirle a mi hija una carta para que quede plasmado lo que siento en este momento, así como creo que muchas mamás que están a mi alrededor han pensado parecido a mi.

Carta a mi hija

No se si todo esto que estamos haciendo vale la pena...lo he pensado mil y una vez e incluso lo he comentado con otras mamás de tus amigas de ballet.

¿Será que someterte a todo este estrés emocional y cansancio físico será prudente de mi parte?
Practicar largas horas durante meses en "horarios varios" hace que tus horas de comida sean desatrosas, incluso a veces te van peinando mientras comes. Tienes determinadas horas y menos de las que yo quisiera para estudiar y cumplir con las actividades escolares, por suerte eres brillante y excelente estudiante por cuenta propia.

Practicar por largas horas y meses preparándote para las competencias hace que te pierdas de algunas actividades sociales que estoy segura que te gustaría asistir, así como de compartir con tus hermanos y de tiempo con papi y mami.

Practicar por tanto tiempo hace que quieras cada día mas a tus amigas de ballet y si hay un día que no vas a la academia, preguntas por ellas. A veces, también pasa, que de tanto verse, pelean por todo como si se amaran y se odiaran por momentos.

Practicar por largas horas la danza hace que te crees expectativas positivas en tu cabeza de los resultados que vayas a obtener. Es bueno tener sueños, pero si no sucede lo que esperabas, te decepcionas de tí misma y te culpas. 

Es entonces cuando me pregunto: ¿Es necesario todo esto? ¿Es necesario que tan pequeña te sometas a victorias y a circunstancias que tú llamas fracasos?

Sinceramente no lo se. Dice mi amiga psicóloga que más adelante, cuando seas mayor, habrán beneficios. Dice que serás una adulta que sabrá manejar muchas circunstancias en la vida y que serás capaz de resolver problemas cotidianos y laborales. Que te podrás recuperar más fácil cuando tengas malos ratos o que lograrás quitar más rápido las piedras del camino.

Pero ¿sabes qué? Puede que a largo plazo todo este peregrinar vaya a tener un beneficio, pero mientras sucede quiero que sepas que estoy sumamente orgullosa de tí. A pesar de que llevas un par de años no obteniendo los resultados que tanto anhelas, no dudas en seguir adelante. Te has caído y te has levantado con la frente en alto, sigues perseverando a pesar de que te duele no haber alcanzado tu meta a corto plazo. Me pides que quieres seguir ensayando y que por favor no te retire del ballet, que aunque a veces no entiendas porqué ocurren las cosas, algún día lograrás tu cometido y eso para mí tiene más valor que una simple medalla que tanto quieres. 

Creéme que tu sufrimiento es el mío, me duele verte llorar por decepción, tu dolor también es el mío, mi corazón queda en mínimos pedacitos. Quisiera que no pasaras por eso, pero si para lograr tu sueño hay que pasar por esto y tú quieres seguir, seguiré contigo en el camino.

Me has enseñado mas de lo que crees, eres una niña excepcional, tu fortaleza también la quisiera tener yo. Para nosotros nunca has fracasado, te has hecho grande y has madurado mas rápido y como siempre te he dicho, yo siempre te voy a ver como la mejor bailarina del mundo entero y si para ti basta siempre serás la mejor bailarina del mundo de papi y mami. La medalla que te damos incluso es mejor porque está llena de amor, de admiración y de apoyo incondicional.

Ya aprendí no debo decirte que la medalla no importa porque para tí si tiene importancia, ya aprendí que no debo decirte que no llores porque si tienes ganas de llorar puedes hacerlo, ya aprendí que tengo que respetar tu espacio y tus sentimientos porque son tuyos y no mios (aunque a veces quisiera que sintieras los mios).
Te amo, Mami.

Asumo que muchas mamás que tenemos hijos en competencias de diversas modalidades de deportes, nos preguntamos lo mismo. Ojalá que resulte todo en preparación positiva para la vida en un futuro, que la disciplina  aprendida les enseñe a forjarse metas y a cumplirlas, que realmente todo este esfuerzo tanto físico como mental tenga buenos frutos en la vida de nuestros hijos.

GN

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