jueves, 19 de junio de 2014

No gritemos todo el día…


He presenciado incontables veces situaciones en las que mis hijos se pelean entre ellos por alguna tontería o por un juguete en particular.   Muchas veces espero para ver si pueden resolver el problema entre ellos o si la discusión cede, pero sucede que muchas veces la situación se torna candente y la pelea va in crescendo, por lo que me involucro para tratar que nadie salga lastimado o frenar la situación.

Es muy común que los niños en ocasiones se vean superados por las emociones, rabietas que les hacen gritar, lanzar o golpear cosas. Es sumamente necesario que nosotros los padres no reforcemos esas situaciones y una vez haya terminado la rabieta podemos enseñarles por ejemplo que antes de gritar o pegar, es mejor expresar en voz alta qué les molesta. Que aprendan a expresar sus sentimientos desde bien pequeños de forma controlada es lo que llamamos inteligencia emocional y es vital que les enseñemos a los niños a cómo hacerlo, aunque muchas veces tenemos que saber cómo hacerlo nosotros primero.

El saber controlar las emociones, gestionarlas y utilizarlas con la habilidad adecuada, nos permitirá sin duda afrontar nuestro día a día de un modo más eficiente.

Los niños deben aprender a controlar su agresividad, sus reacciones indeseadas y sus rabietas. El empleo del castigo, ante estas situaciones, no suele resultar demasiado efectivo. En cambio, tratar de hacerlos reflexionar sobre lo sucedido de manera constructiva y objetiva, haciéndoles entender la importancia de sus acciones y la repercusión en los demás, así como ofrecerles alternativas de conducta positivas, conllevará a mejorar su forma tanto de pensar como la forma de actuar y  esto va a influir en sus emociones. Debemos favorecer hasta donde podamos el que puedan expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar, lo cual muchas veces nos resulta sumamente difícil.

El conocimiento, comprensión y control de las emociones nos permiten (a nosotros y a ellos) adaptarnos, comunicarnos y desenvolvernos en nuestro medio. Además, no debemos olvidar que la emoción es fiel compañera de la motivación, el motor de la consecución de objetivos. ¡Por favor , motivemos a los niños! No gritemos todo el día.

Las pataletas de los niños de 2 años son esperadas, pero los arranques de enojo no necesariamente se detienen después de la primera infancia. Los niños mayores a veces también tienen problemas para manejar el enojo y la frustración.
Muchos de nuestros niños sólo pierden la calma de vez en cuando. Pero a otros parece costarles más trabajo cuando las cosas no salen como ellos quieren. Los niños que, por naturaleza, tienden a tener reacciones fuertes necesitarán más ayuda de sus padres para controlar sus rabietas.
Tratar de controlar los arranques de rabia e ira  puede ser difícil para los niños, y queda en nosotros ayudarlos a aprender a hacerlo. Intentemos ser pacientes y positivos; tengamos en cuenta que desarrollar estas habilidades toma tiempo y que prácticamente todos los niños pueden mejorar con la orientación adecuada.

Pero recordemos que estamos intentando enseñar a nuestros niños cómo manejar el enojo y les gritamos o los amenazamos, inculcaremos precisamente los tipos de conducta que deseamos desalentar y abolir. Nuestros pequeños se darán cuenta que estamos molestos y enojados, y no podrán controlar su propio temperamento. Pongamos de nuestra parte, no gritemos todo el día, vale la pena el intento.

GN

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