He presenciado incontables veces situaciones en las que
mis hijos se pelean entre ellos por alguna tontería o por un juguete en
particular. Muchas veces espero para
ver si pueden resolver el problema entre ellos o si la discusión cede, pero
sucede que muchas veces la situación se torna candente y la pelea va in crescendo, por lo que me involucro
para tratar que nadie salga lastimado o frenar la situación.
Es muy común que los niños en ocasiones se vean superados
por las emociones, rabietas que les hacen gritar, lanzar o golpear cosas. Es
sumamente necesario que nosotros los padres no reforcemos esas situaciones y
una vez haya terminado la rabieta podemos enseñarles por ejemplo que antes de
gritar o pegar, es mejor expresar en voz alta qué les molesta. Que aprendan a
expresar sus sentimientos desde bien pequeños de forma controlada es lo que
llamamos inteligencia emocional y es vital que les enseñemos a los niños a cómo
hacerlo, aunque muchas veces tenemos que saber cómo hacerlo nosotros primero.
El saber controlar las emociones, gestionarlas y
utilizarlas con la habilidad adecuada, nos permitirá sin duda afrontar nuestro
día a día de un modo más eficiente.
Los niños deben aprender a controlar su agresividad, sus
reacciones indeseadas y sus rabietas. El empleo del castigo, ante estas
situaciones, no suele resultar demasiado efectivo. En cambio, tratar de hacerlos
reflexionar sobre lo sucedido de manera constructiva y objetiva, haciéndoles
entender la importancia de sus acciones y la repercusión en los demás, así como
ofrecerles alternativas de conducta positivas, conllevará a mejorar su forma
tanto de pensar como la forma de actuar y esto va a influir en sus emociones. Debemos favorecer hasta donde podamos el que puedan
expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a
dialogar, lo cual muchas veces nos resulta sumamente difícil.
El conocimiento, comprensión y control de las emociones nos
permiten (a nosotros y a ellos) adaptarnos, comunicarnos y desenvolvernos en nuestro
medio. Además, no debemos olvidar que la emoción es fiel compañera de la
motivación, el motor de la consecución de objetivos. ¡Por favor , motivemos a
los niños! No gritemos todo el día.
Las pataletas de los niños de 2 años son esperadas, pero
los arranques de enojo no necesariamente se detienen después de la primera
infancia. Los niños mayores a veces también tienen problemas para manejar el
enojo y la frustración.
Muchos de nuestros niños sólo pierden la calma de vez en
cuando. Pero a otros parece costarles más trabajo cuando las cosas no salen
como ellos quieren. Los niños que, por naturaleza, tienden a tener reacciones
fuertes necesitarán más ayuda de sus padres para controlar sus rabietas.
Tratar de controlar los arranques de rabia e ira puede ser difícil para los niños, y queda en
nosotros ayudarlos a aprender a hacerlo. Intentemos ser pacientes y positivos; tengamos
en cuenta que desarrollar estas habilidades toma tiempo y que prácticamente
todos los niños pueden mejorar con la orientación adecuada.
Pero recordemos que estamos intentando enseñar a nuestros niños cómo
manejar el enojo y les gritamos o los amenazamos, inculcaremos precisamente los
tipos de conducta que deseamos desalentar y abolir. Nuestros pequeños se darán
cuenta que estamos molestos y enojados, y no podrán controlar su propio
temperamento. Pongamos de nuestra parte, no gritemos todo el día, vale la pena
el intento.
GN
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