viernes, 20 de julio de 2018

Momento especial

Me encanta ver nacer a los bebés, ser espectadora del milagro de la vida me da ánimos, presencia el primer momento en que una madre ve con sus propios ojos a la criatura que llevaba dentro y casi poder sentir el amor que se desborda, la energía positiva que cae en ese binomio es indescriptible y qué decir cuando está papá, mamá y el nuevo inquilino del mundo y de su mundo, es maravilloso, nunca me cansaré de verlo, es de las mejores cosas de mi profesión. Es un momento perfecto, pero la perfección muchas veces se va desapareciendo y empiezan los momentos que me incomodan y de los que estoy en contra.

Es obvio que la familia esté feliz y que quiera celebrar, que se brinde y que se haga una fiesta pero el hospital no es el mejor lugar. Hay veces que no caben las personas en las habitaciones de la cantidad de visitas que hay, hay comida, música, licor e innumerable cosas más. Una vez me encontré en una habitación camareros, luces de discotecas, las luces apagadas y  música alta. Mis pensamientos no entendían. El Hospital no es el lugar adecuado para hacer esas fiestas y celebraciones.  Hay culturas que hacen la celebración tiempo después que la madre y el bebé están en casa, lo que me parece más adecuado.

Luego de esperar al bebé por varios meses y querer conocerlo debe continuar ese vínculo especial, la madre puede aprovechar para establecer una buena lactancia, y un excelente apego, aprender a manejar y manipular al bebé y seguir conociéndolo. No me parece nada apropiado que esté rodeado de bulla, muchas personas que vienen de la calle, incluso he visto apersonas que visitan y que se encuentran enfermas, niños que corren por todo el hospital y que no precisamente son los hermanos, lo cuales deberían estar presentes en este periodo. Todavía no consigo mamá que diga que las visitadera es agotadora, que estar pendiente de todo y de todos cansa. La mamá está intentando dar pecho y hay 5 o más personas viéndola y opinando, nada mas de escribirlo me enfurece.

Mil veces lo digo, lo repito y lo seguiré diciendo, nunca entenderé esta parte de la cultura de la cual no estoy de acuerdo. Es un momento íntimo, especial y que se debería aprovechar hasta el último minuto. Yo comprendo la felicidad, es un gran acontecimiento, pero todo tiene su lugar y su momento.  Recordemos que también hay otros pacientes cerca de esas habitaciones, gente enferma que necesita descansar. Justo en una de esas habitaciones que había música y brindis, en la habitación contigua estaba una señora que había perdido a su bebé a las 38 semanas de embarazo, ¿cómo piensan que se sentía con ese dolor inexplicable de la pérdida escuchando pura felicidad, risas y música al lado de ella? No quiero ni imaginarlo.  Obviamente se quejaron y pidieron que bajaran el ruido de la habitación del jolgorio.

Ojalá que la mentalidad cambiara o las costumbres se adaptaran al momento. Siempre se puede celebrar pero en el lugar adecuada. Paso muchas veces por  estar en contra del ruido y la visitadera, pero no pierdo la esperanza que en un futuro los programas de apego y las normas de los hospitales privados cambien en cuanto a este tema. Es un momento especial y hay que cuidarlo, apreciarlo y darle su lugar.

GN

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