martes, 22 de octubre de 2013

Bienvenidos a mi diario

Mi segundo bebé nació prematuro, pero como sólo faltaba un mes para completar la gestación todo debía salir bien. No voy a  detallar los motivos por los cuales vino al mundo antes de tiempo. Tenía que nacer el día que nació.

Luego de nacer inició con dificultad para respirar, sin franca mejoría por 48 horas.  Al contrario, en ese lapso de tiempo empeoró y tuvieron que colocarle un ventilador mecánico (comúnmente llamado respirador) y otros tubos: uno para la alimentación, uno en un pulmoncito porque éste explotó y había que sacar el aire de donde no debía estar (neumotórax), otros tubitos o catéteres por el remanente del cordón umbilical (para las venoclisis y la toma de muestras de sangre).  A eso hay que sumar los cables de los monitores para medir sus signos vitales y un largo etcétera etcétera.
Se supone que no me debía sobrecoger porque en mi especialidad (Neonatología y Pediatría) veo esos casos a diario; sin embargo, la percepción era muy distinta.  No me encontraba del lado que trata al bebé, sino del lado de la mamá.  Lo que me hacía sentir diferente (aparte obviamente que se trataba de mi hijo) era percibir que esa pequeña criatura estaba pasando por una experiencia dolorosa, que sufría y yo no podía hacer nada.  La sensación de impotencia era indescriptible.  Creo que lo peor era conocer al detalle lo que ocurría y los procedimientos médicos.
En ese momento traté de dedicarme a ser mamá; sin embargo, fue difícil no pensar lo peor no obstante que sabía que se iba a recuperar porque, repito, lo veo frecuentemente desde otra perspectiva. ¿por qué será que cuando uno pasa por una experiencia desagradable es inevitable pensar en cosas malas, a pesar que uno luche contra esos pensamientos?.
Creo que uno de los peores instantes fue salir del hospital sin mi bebé.  No lo pude evitar y rompí en llanto.  Tuve todo el apoyo de mi familia, especialmente de mi esposo.  Ambos pasamos malos momentos, pero él se controlaba mejor y trataba de darme ánimo.  La primera vez que lo pudimos cargar tenía seis días de vida (yo sentí que había pasado una eternidad).  Ese fue uno de los mejores momentos que he experimentado y el que me inyectó de energía para ser positiva.  Era cuestión de ser paciente y esperar para llevarlo a casa.
Cada día, al regresar de las visitas del hospital, mi hija (que entonces tenía 2 años) preguntaba: "¿Dónde está mi hermanito? ¿por qué no viene?". Y se ponía a llorar.  ¿Cómo le explicaba a una niña tan pequeña que aún no lo podía ver? Igual lo intentaba, pero ella seguía preguntando.  ¡Ufff fue muy duro!
Gracias a todos los que lo trataron mi hijo está espectacular.  Siento que todo eso me enseñó a comprender mejor a los pacientes, a ponerme en el lugar de ellos; a saber que si es necesario repetir las cosas muchas veces, se repiten porque cuando te dan la condición o una explicación tu cabeza, probablemente, esté pensando en otra cosa o, simplemente, no está en el lugar.  Es como si viajaras a un mundo paralelo del cual, de manera subconsciente, no quieres regresar, y cuando finalmente lo logras no sabes por dónde anda el asunto (aunque te lo dijeron). Simplemente no te acuerdas o no lo comprendiste, a pesar de que las explicaciones hayan sido claras y sencillas.
Comprendo a todos los papás y mamás que que tienen hijos hospitalizados o enfermos. Aunque para el médico sea lo más sencillo del mundo, para ellos en ese momento es lo más complicado y lo más importante que pueda estar pasando. 
Gracias Roberto José por enseñarme una lección que me servirá para el resto de mi vida.

GN

3 comentarios:

  1. Hola Dra. Norte!! usted atendio a mi bebe hospitalizada de 1 mes x Meningitis, la recuerdo a usted muchisimo porque con su serenidad y paciencia nos transmitia mucha seguridad de la recuperacion de nuestra hija. Ya la nena tiene 2 años y medio y es una niña muy perceptiva y elocuente! Que bueno que haya abierto este blog! la felicito!!

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  2. Realmente fue una experiencia traumática para ti y para cualquier padre, nadie quiere pasar por algo así, pero son las experiencias necesarias para crecer, evolucionar y ser mejores.
    Geraldine, es un artículo muy valiente que te has atrevido hacer, te felicito, nunca tengas temor de expresar tus emociones y pensamientos. Es muy lindo tener médicos con humanidad

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  3. Ahora comprendo la calidad del trato que siempre hemos recibido! Felicidades por este espacio en el que compartimos como mamás, con la perspectiva de una pediatra y sobretodo con la calidad humana... =) ...seguiré leyendo y opinando ...

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