jueves, 12 de marzo de 2015

La decisión fue que queremos ir solas al baño

Estaba jugando con mis amigas del fútbol un partido amistoso con otro equipo de mujeres, me metieron a jugar el primer tiempo. Al rato mientras era banca, en el segundo tiempo, quedamos hablando de todo un poco, pero uno de los principales temas fue la razón por la cual las mamás no podemos ir solas al baño (en vez de estar apoyando y mirando el partido). Todas tenemos historias distintas, algunas muy graciosas luego de contarlas, en el momento que pasan probablemente desesperante o que tal vez nos hagan resoplar o pegar un grito de impotencia ante la situación.

Una de mis amigas decía que simplemente la ida al baño es "su momento", que por qué tenía que ser interrumpido. A veces cierra la puerta con llave para que nadie entre, y su hija de 6 años le lanza notitas bajo la puerta con corazones, dibujos o le escribe que se apure. Como no tiene mucho tiempo para estar sola o leer en paz se lleva su tableta al baño, y en ocasiones su hija se la decomisa antes de que entre a su anhelado momento de  confort y bienestar para que no se demore.

Otra amiga doctora contaba que su hija se acuesta en la alfombra del baño mirándola hasta que ella acabe, o los tres hijos se sientan junto a ella, o sea que son 6 ojos observándola no precisamente orinando.

Todas las que estábamos en la banca coincidíamos que ir solas al baño era un placer, no solo por ser una necesidad, si no por tratar de estar solas. Pero que encontrar ese momento es sumamente difícil, siempre hay un "toc-toc" en la puerta, o la puerta abre y entra una cabecita preguntando "¿mami, qué estas haciendo?", un grito si  estamos encerradas que dice "mamiiiiiii, ¿por qué demoras tanto? O probablemente un "quiero estar contigo" y "quiero decirte algo".

Ofrecerles un dolar fue la opción de alguna por ahí para ver si podía tener unos minutos de silencio y soledad.

La hija de otra amiga llevó en algún momento almohada para esperar a su mamá y otra criatura entró desprevenida al baño y al ver a su mamá con el periodo se asustó y le preguntó por qué tenia un "ayayai".

Todas sin excepción nos cuestionamos por qué no podemos ir al baño en tranquilidad total, por qué no nos podemos demorar 40 minutos (como los maridos, según la mayoría) sin que exista un "mami", un "mamá ¿donde estás?, un "quiero estar contigo" y  algunos  o varios "toc-tocs" a la puerta.

Creo que siempre nos quejaremos de esto, pero será que si no pasa ¿lo extrañaremos?, puede ser que sí y que nos sintamos raras sin las colitas intensas que nos persiguen al baño. Pero lo que sí está claro es que los hijos, independientemente del lugar (llámese baño), del olor que haya o de la facha en la que estemos, quieren estar con nosotras y eso indudablemente no tiene precio.

La decisión unánime del equipo de fútbol fue que las mamás queremos y necesitamos ir al baño solas en algún momento y que este momento en resumidas cuentas es un estado casi de alegria celestial, de paz infinita y de experiencia paradisíaca.

GN

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