viernes, 21 de octubre de 2016

La decisión más difícil



Tratando de seguir seguir actualizando mis conocimientos pediátricos viajé hace dos días a 7 horas de distancia de mi calientita tierra sin hijos ni mi esposito, solo colegas pediatras. Como me cuesta dormir en los aviones me dió chance de ver tres películas. La primera era sobre unos ilusionistas y cómo hicieron un robo con su magia, la verdad es que estaba muy buena, de esas que hacen que te enganches en toda lantrama. La segunda película era sobre un jugador  negro de futbol americano  y cómo en la época cuando el racismo en el estado de Alabama estaba  muy fuerte el equipo y el entrenador del muchacho lograron integrar a su equipo y a todo el estado a través de Dios. La tercera película es de esas que te deja pensando y recapacitando sobre muchas cosas que ocurren en nuestras vidas. Desde que inició la película las lágrimas se me desbordaban solas, no podía parar de llorar y tampoco quería dejar de ver la película. Mi colega sentada justo al lado solo me miraba, se reía y yo seguía llorando.

La película en cuestión se trataba de una niña y luego adolescente con un tipo de leucemia rara que luchó muchos años al igual que su madre y el resto de la familia por mantener su vida. Toda la familia giraba  en torno a la enfermedad y al sufrimiento de la niña, se descuidaron muchas otras cosas al igual que a los demás hijos, pero no voy a contar mas por si alguno ve la película de casualidad. Lo cierto es que si un hijo tiene un problema es muy común que se vuelquen los cuidos hacia ese hijo y se descuiden los otros sin que sea intencional. Como me dijo una amiga una vez, si tienes tres hijos y tienes tres dólares debe ser un billete para cada uno aunque uno lo "necesite" mas que los demás. A veces no nos damos cuenta que si un hijo se ve afectado por algo los demás hermanos y los que conviven juntos se ven afectados también, los descuidamos y no nos percatamos por tratar de arreglar el asunto que nos parece mas importante en ese momento.

Tratemos de siempre hablar con nuestros hijos, de preguntarles cómo se sienten ante determinada situación, no es prudente suponer lo que ellos piensan o cómo deben actuar, puede ser que los problemas se hagan mayores. Siempre tomemos en cuenta las opiniones de nuestros hijos, siempre. Ellos tienen derecho a expresarse y a opinar pero a veces no se lo permitimos y muchas veces nos pueden ayudar a tomar las decisiones más difíciles de nuestras vidas.

Realmente la película era muy triste, quedé hasta con dolorcito de cabeza de tanto llorar, pero a pesar de no haber vivido nada semejante en mi hogar, me dejó pensando cuando ocurren las cosas a menor escala, situaciones que en vez de afectar al involucrado directo afecta a los indirectos. Después de ver la película quería regresar a darle un abrazo inmenso a mis tres hijos pero recordé que lo hice antes de salir de casa y me reconforté solita. A pesar de haber llorado un tercio del vuelo por masoquista porque bien hubiese podido apagar la película, reflexioné con mis pensamientos. Dudo que vuelva a ver películas tristes en un vuelo, pero a todo hay que sacarle provecho en esta vida que es pasajera.

GN

PS: la película se llama "la decisión más difícil".

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