viernes, 21 de abril de 2017

¿Analfabetismo emocional?

Hace unos meses una amiga me preguntó si podía escribir sobre la inteligencia emocional en los niños y su importancia. Desde que conversamos sobre eso, que por cierto me encanta, he tratado de prestar más atención a la educación que reciben los niños sobre este tema, muchas veces reciben información y no saben lo importante que será esto para su futuro inmediato y a largo plazo.

No solo existe una inteligencia que podemos medir por el coeficiente intelectual, también está la inteligencia emocional que es la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y generar resultados positivos. O sea que es la habilidad para gestionar bien las emociones, tanto las nuestras como las de los demás.

Muchos estudios demuestran que lo importante en la vida no son las notas de la escuela y qué tan inteligente sean los niños, más importante que se conozcan a ellos mismos y sepan relacionarse con los demás. Nuestros hijos necesitan que se les enseñe autocontrol, autoconocimiento, a expresar  sus sentimientos, que les enseñemos la necesidad de ayudar a los demás, para así poder ser felices.

Los padres somos los principales responsables de ayudar a los niños a conformar su autoimagen, para que comiencen a ir formando su autoestima.

Hay niños y también adultos que poseen muy poca “capacidad emocional” y son incapaces de entender si están tristes o molestos, no alcanzan a distinguir la emoción y mucho menos su causa. Dicen y hacen cosas impulsivas que chocan y ellos ni siquiera se dan cuenta, no parecen ver la correlación entre lo que dicen y hacen y cómo esto afecta a otros. Se frustran fácilmente, son lo que llamamos por ahí  “malos perdedores”. No se reponen fácilmente de una pérdida y siempre pareciera que estuviesen sufriendo. Estos niños pueden tener grandes talentos intelectuales, artísticos y deportivos, pero si les hace falta esa inteligencia emocional pueden fácilmente llegar a ser unos mediocres.

Tenemos que enseñarlos a trabajar en equipo, a que sean empáticos con las personas que los rodean y que sepan sobrellevar las dificultades con serenidad, pero si nosotros mismos tratamos de resolver los problemas gritando y castigándoles sin darle las herramientas para que resuelvan sus propios problemas entonces nos imitarán y no  lograrán evolucionar positivamente.

La vida moderna en la que estamos nos hace estar más centrados en la tecnología, estar más presionados y también nos quita tiempo para estar tranquilos y reflexionar, un aspecto fundamental para potenciar la conciencia de uno mismo. Nos desconectamos fácilmente y disminuimos nuestras relaciones interpersonales de tú a tú e incrementamos la interacción cibernética. Los niños necesitan que interactuemos con ellos, que les hablemos, que los queramos, que les dediquemos tiempo real.

Los niños aprenden mucho de nosotros los padres  y  este aprendizaje les servirá a los largo de la vida. Una de las mejores herencias que le podemos dar a nuestros hijos es educarlos emocionalmente inteligentes, no seamos analfabetas emocionales.


GN

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