viernes, 14 de abril de 2017

Bien ilusa...

Estoy segura que mas de una se sentirá identificada conmigo, no lo dudo ni por un segundo.

Antes de ser mamá probablemente se enfrentaron a alguna situación en la que pensaron o dijeron: “Esto nunca me va a pasar cuando tenga hijos”, yo sí lo pensé y más siendo pediatra decía que todo lo podía tener bajo control, ¡Bien ilusa yo!

Mi primer encuentro cercano con esta experiencia fue hace como 8 años cuando mi hija tenía 2 años y poco.  Estábamos en un almacén e íbamos a comprar un traje de baño para unas clases de piscina, ella agarró uno talla 10 y yo le dije que ese no era su talla, que me lo diera para buscar el de su tamaño. De la nada la pequeña tuvo una transformación como si estuviera poseída por una criatura del espacio y se tiró al piso a patalear y a llorar, sinceramente quedé perpleja, era una mezcla de trágame tierra combinado con vergüenza y furia. Me fui directo a la caja y la dejé llorando en el piso, en el camino me miraban las típicas señoras diciendo “no” con la cabeza como si yo fuera la peor mamá del mundo. Al darse cuenta la criatura que me alejaba salió corriendo para alcanzarme y se tiró nuevamente al piso cuando estaba pagando, terminé y me fui del almacén y ella se paró como si nada hubiese pasado y seguimos el camino. Fue la única vez que me hizo una pataleta en público, pero nunca pensé que pasaría, con mis otros ha sido diferente, cada uno con su historia.

Dice una amiga que antes de ser mamá nunca se imaginó que pensaría tanto subirse a un avión ahora que tiene dos hijas, es que las experiencias en los aviones con niños pueden ser tantas que uno lo piensa, yo he tenido buenas y malas. Antes de ser mamá nunca  pensé que yo iba a ser la mamá del niño que lloraba todo el viaje y que uno quiere que se calle porque ya no soporta un llanto más y sin que nadie se ofrezca a ayudar. Me pasó con mi hija que al subir al avión empezó a vomitar y le pedí a las personas que estaban cerca del baño si me podían cambiar el puesto y todas me dijeron que no, incluso el señor que estaba en el asiento del pasillo al lado nuestro me dijo que no quería cambiar y yo con unas ganas muy grandes de decirle a mi hija que lo vomitara encima de tantas veces que teníamos que salir al baño.

También me ha pasado que  en momentos de desesperación le doy el teléfono celular para obtener paz y tranquilidad en determinado momento a pesar de que se que no es la mejor forma de resolver el problema.

Nunca pensé tampoco que poder tomar una ducha tibia y en tranquilidad total fuera un lujo. Hoy antes de escribir esto, todos mis hijos estaban listos para dormir, entro al baño, prendo el agua de la ducha y la pongo en la temperatura perfecta, me meto al agua, cierro los ojos y de repente escucho “mami…”, ¿de verdad? No puede ser que mi baño hubiese sido interrumpido, pero no se porqué aun me extraño si lo he experimentado innumerables ocasiones.

Y tú, ¿pensaste algún momento que era cierto eso que te decían que nunca más en tu vida volverías a dormir igual que antes de ser mamá? Totalmente cierto que cambia la vida por completo, pero igual amo la vida de mamá con todo y las pataletas, llantos, gritos e interrupciones constantes.


GN

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