viernes, 7 de abril de 2017

Carta a los maestros de hoy...

A los maestros de hoy:

Indudablemente que hay que tener vocación para ejercer su profesión, no cualquiera logra ser un buen maestro, lo mismo pasa en todas las profesiones.  Convivir y lidiar con infantes, niños y jóvenes a diario puede resultar extenuante en un momento dado, pero muchas veces resulta gratificante, lo vivo a diario en mi profesión, aunque sea diferente.

A mi forma de ver, ser maestro hoy en día tiene muchas ventajas.  La tecnología con la que contamos hace que tengamos la información al minuto, que las clases puedan se más ricas en material y más llamativas para los estudiantes, se pueden comunicar muy rápido con los padres de los niños si es necesario. Lo malo es que si ocurre algún incidente, la información llega a muchas personas en unos segundos, sea verdadera o falsa. Los grupos de mensajes de texto que forman las madres  son a veces caóticos, pueden destruir a un maestro en minutos si a la mayoría del grupo le fue mal en cierto examen o si dejan mucho material para estudiar, pero pueden ayudar a que la información llegue a la mayoría de los acudientes en forma rápida.

Me acuerdo que cuando yo estudiaba en la escuela, los maestros eran la ley y el orden, había que hacer caso a los maestros y muchas veces los padres de familia tenían que acatar las decisiones de los maestros aunque no fueran justas en ocasiones.  Hoy en día, hay que tener cuidado hasta de alzarle la voz a los niños porque puede considerarse por muchos, maltrato psicológico y como una medida antipedagógica que afecta al alumno en su proceso de aprendizaje.

Les tengo un consejo aunque no me lo hayan pedido: nunca comparen a los niños, todos son diferentes a pesar de tener la misma edad. Probablemente la forma de enseñar que resulte para unos, no resulta para todos, hay que individualizar según la capacidad del niño. Obviamente es difícil al estar con muchos niños a la vez, lo se,  lo he experimentado en el poco tiempo de docente que llevo, pero de eso se trata, que el niño se sienta a gusto aprendiendo y se sienta comprendido por sus maestros. 

Dejen huellas, a veces vale mas comprender al niño y que éste se sienta escuchado y querido que la información que le puedan ofrecer y que nunca más la utilizará en su vida. 

Tengan paciencia, ser maestro no es fácil, habrá días buenos y días malos. Es casi imposible que los alunen se queden sentados y presten atención las 6 horas de clases y qué decir de los niños más pequeños. Crean en sus alumnos y tengan expectativas positivas. Enaltezcan los tributos y fortalezas de cada niño, no insistan en sus debilidades, el refuerzo positivo actúa mejor que el negativo. No deseen alumnos perfectos sino felices. Necesitamos buenas enseñanzas para que nuestro país progrese, la educación es la clave.

Gracias a los buenos maestros por ser parte de la vida de mis hijos, algunos ya han dejado una huella imborrable que estoy segura durará por años, otros no tan buenas, pero así es la vida porque nos encontraremos con todo tipo de personas en nuestro diario vivir. Por ahora van ganando los buenos maestros...

GN
Mamá de tres


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