viernes, 5 de mayo de 2017

Que se forme la abrazadera...



Me encanta decirle a mi hijo, independientemente del día de la semana, que me de un beso que me dure hasta el lunes y a él le gusta que se lo pida también y la mayoría de las veces van acompañados de un abrazo. Me gusta mucho abrazar a mis hijos y creo que por ese motivo a ellos también les gusta dar abrazos. Mi tercer hijo que tiene 3 años, todos los días en las mañanas me pide  cuando vamos en camino al auto para llevarlo a la escuela que lo abrace, a veces solo lo dice para que lo cargue, pero de que viene el abrazo viene.

Hay estudios que concluyen que al dar un abrazo a otra persona hace que se liberen endorfinas y que haya sensación de bienestar y felicidad, puede reducir la presión sanguínea, ayuda a disminuir el dolor de cabeza y a aliviar la ansiedad, además se diminuye el estrés y la depresión, aumenta el autoestima sobre todo en los niños. También ayuda a no sentirse solo y brinda alegría. Por ahí leí un artículo que los abrazos pueden ayudar a retardar el envejecimiento y ayuda a regular el apetito.

No a muchas personas les gusta dar abrazos, probablemente por costumbre o porque no les daban abrazos de pequeños, en nuestros hijos puede un simple abrazo aliviar el dolor y mejorar el sueño. Por ahí dicen que los abrazos deben durar por lo menos 6 segundos para obtener mayores beneficios, los abrazos con nuestros hijos están llenos de amor y liberan energía positiva, dan fuerza, ánimo y equilibra el estado emocional tanto de los padres como de los niños.

Creo que uno de mis hijos ha aprendido en su subconsciente lo beneficioso que puede resultar un abrazo porque las maestras y  mamás de compañeros de escuela me han comentado que qué lindo niño y qué cariñoso, me dio un abrazo enorme. Se las sabe todas. Las que lo conocen  saben a qué me refiero y el otro va por el mismo camino.

Recibir un abrazo de mis hijos sin pedirlo me hace más feliz aún, y más si es sin esperar nada cambio, simplemente como un acto de amor sincero y desinteresado, que nace del alma y fluye sin obstáculos. ¡Me encantan! Los seguiré abrazando hasta que pueda o hasta que ellos me lo permitan.

Entonces, si obtenemos tantos beneficios, ¿por qué no abrazamos mas? y ahora que se que puede ayudar a regular el hambre con más razón, estos beneficios secundarios me gustan también. Los abrazos diarios y sinceros unen a la familia, forjan un sentimiento de conjunto y de felicidad. ¡Que se forme la abrazadera!



GN




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