viernes, 18 de agosto de 2017

¿Qué esperamos?



¿Por qué a veces tratamos de ser como las otras personas? ¿Por qué si una mamá dice que su hijo habló a los 10 meses nos preocupamos si el nuestro no habla nada y tiene 11 meses? ¿Por qué queremos ser muchas veces las mamás perfectas? ¿Por qué decimos que no nos importa lo que dicen las otras personas y en el fondo si nos importa? Podría seguir preguntando muchas cosas mas, pero no creo tener las respuestas. Como me han dicho siempre, cada cabeza es un mundo y además cada destino al que vamos a ir es un universo de posibilidades.

Se supone que somos independientes y que debemos actuar según nuestros intereses, criterios y forma de pensar, pero a veces se nos interpone la duda y el miedo al rechazo de los demás y eso mismo lo aprenden nuestros hijos; aprenden a querer tener lo que los demás tienen, aprenden a imitar las cosas buenas y las malas también, aprenden a dejarse influenciar por otras personas y las presiones de grupo hacen de las suyas.

En este mundo tan enredado en que queremos que nuestros hijos estén en miles de actividades extracurriculares porque si no "se van a quedar atrás" y les exigimos que sean lo más "perfectos" posible sin pensar que lo realmente importante es que sean felices, que compartamos momentos junto a ellos, que si hay alguna dificultad en el camino les demos las herramientas para que la salten o la aprendan a quitar y ni siquiera les damos momentos para que se aburran sin hacer nada y que se autoestimulen a usar la imaginación sin límites, o sea que puede ser que estemos mal encaminados y debamos retomar o replantearnos las cosas buenas de la vida y los asuntos importantes y con valor para nosotros y nuestros hijos.

En teoría la maternidad perfecta no existe y los hijos perfectos tampoco, pero dentro de la vida de cada mamá siempre existirán momentos perfectos con nuestros hijos como el beso perfecto, el abrazo perfecto, las palabras perfectas en el momento justo, así como muchos momentos defectuosos y con errores de los cuales debemos aprender.

No tratemos de imitar la maternidad de otra mamá, no tratemos de convertir a nuestro hijos en perfectos, metámosle más energía en conseguir la felicidad de nuestras criaturas y de nosotras mismas. Investigaciones han revelado que las personas felices viven más tiempo y son más sanos, ¿entonces qué estamos esperando? tratemos de invertir más tiempo en ser felices y menos en el qué dirán.

GNL

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