viernes, 2 de enero de 2015

Iniciando el año como el huevo

Quería hacer una resolución de año nuevo mientras mis hijos desayunaban, pensaba qué nuevos propósitos podía poner como meta en cuanto a su educación y crianza, pero no podía pensar mucho porque uno quería desayunar cereal, la otra quesadilla y el bebé de 1 año se devoraba un guineo.   Entonces me puse a dilucidar que todos los días comen algo diferente los 3, no hay consenso y tanto la chica que los cuida cuando yo no estoy y esta mamá alcahueta hacemos varios desayunos.

¡Eso es!, es un buen propósito para este año: mejorar la alimentación de mis hijos y que coman alimentos que en teoría "no les gusta" y sobre todo que sea nutritivo y balanceado.  Recordemos que la infancia es una etapa  importante de crecimiento por lo que las necesidades en esta etapa son elevadas.

En medio de mis pensamientos entra en escena en mi esposo diciendo que quiere 2 huevos hervidos, ya era el 5 desayuno distinto porque yo había desayunado otra cosa. Acá entre nos, odio el huevo, pero mis hijos no saben. La familia de mi esposo tiene una finca productora de huevos, pollos y cerdos, así que todos están acostumbrados a comer huevos varias veces a la semana y por supuesto que en mi cocina nunca faltan huevos, me los regala mi suegra por docenas. He tratado de comerlo, pero las ganas de no comerlo me ganan, ya soy un hueso roído en ese aspecto. Mis hijos comen pero poco a la semana.

El huevo aporta entre un 10 y  20% de la ingesta diarias recomendada en los niños de un gran número de vitaminas y minerales, incluyendo el hierro, los cuales son  muy fáciles de absorber. Además, un huevo aporta únicamente alrededor del 5% de las calorías recomendadas en ellos, por  lo que es  un alimento con alta densidad de nutrientes y con un buen acompañamiento tenemos una comida completa y baja en calorías, lo que ayuda a prevenir la obesidad. La  proteína que aporta el huevo es una de las de más alta calidad, dado su perfil de aminoácidos esenciales y el perfil lipídico es probablemente el más equilibrado dentro de los alimentos de origen animal.

El pobre huevo tiene mala fama de aumentar el colesterol, lo cual no es cierto y entre la población infantil sana hay que evitar restricciones innecesarias. El consumo de huevo, siempre que cumpla con las recomendaciones nutricionales apropiadas y se adapte a una dieta sana y equilibrada, no debe ser restringido por miedos que no poseen ninguna base científica.

Así como el huevo es equilibrado y nutre positivamente y con calidad, así será mi propósito en este año en cuanto a la alimentación de mis pequeños: sana y equilibrada, la menor cantidad de restricciones sanas y variada.  Y como enseñar a comer es enseñar a crecer, trataré de enseñarlos a comer de todo y equilibradamente. Espero que no incluya que yo tenga que comer huevo, pero si de eso depende que ellos coman de todo, pondré de mi parte. Ya les contaré en unos meses como se va desarrollando esté propósitos del nuevo año.

Les deseo un año colmado de bellas  y maravillosas experiencias con sus pequeños. ¡feliz 2015!

GN

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