viernes, 11 de noviembre de 2016

Falta de algo o necedad



Mi hijo no quiere comer nada, mi hija solo quiere comer lo mismo, no le interesa la comida, come en la escuelita y no en la casa. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? aunque sea de algún conocido o de nuestra propia boca. Es un "problema" frecuente.

Yo he pasado por casi todo, además de las experiencias de los pacientes en la consulta. Mi hija mayor come casi de todo, excepto chocolate porque no le gusta; el hijo del medio que tiene 7 años, es un problema para que pruebe cosas diferentes, si fuera por él solo comiera los mismos 4 platillos que le gustan, puede comer el mismo desayuno todos los días sin que eso le afecte en lo más mínimo, a la que le afecta es a mí que me voy desesperando tratando de que pruebe cosas nuevas y peleando para que termine todos los almuerzos. El colmo de los hijos de una pediatra es mi tercer hijo, en casa come relativamente bien, ama el arroz con frijoles y pollo, y la pasta, el problema viene cuando no estamos en casa que decide no comer nada. No pasa nada si se salta una comida, la cuestión es cuando salimos por varios días de la casa, aunque sea al interior del país, simplemente decide que no va a comer. Hace un año nos fuimos 10 días de viaje, solo quería tomar leche, comer palomitas de maíz y chocolate y tampoco es que quería leche todo el día. Al inicio del viaje no peleaba, pero cuando ya iban 6 días sin que probara una sola comida saludable ni  siquiera un pedacito de proteína ya me entró la preocupación, el niñito vino a comer la noche antes que regresáramos un gran plato de pasta y pollito. Al regresar a casa siguió comiendo como si nada. No entraba en mi mente cómo podía aguantar tantos días sin comida real.

Esta semana salimos del país los 5 integrantes de la familia, por supuesto que no fue la excepción, la criatura de 3 años no le dio la gana de probar bocado, se alimentó de leche ocasionalmente y de un cereal de colores que ni compro en casa, además de un par de malvas que había en los restaurantes donde estábamos. Por supuesto que la noche que regresamos a casa se comió un gran plato de arroz con porotos y pollo como si nada hubiese pasado. En realidad para él no pasaba nada, pero para mí sí.

Entiendo la desesperación y la frustración que pueden tener los padres al ver que sus hijos no comen, pero he aprendido  que si crecen, engordan y tienen un buen desarrollo psicomotor, la pelea de insistir en que coman debe pasar a segundo plano. Claro está que desde pequeños se les debe enseñar a alimentarse bien y saludable, a no comer comida chatarra ni comida que no aporte nutrientes pero también entiendo a los papás que al ver que no tienen nada en "la panza" acuden a lo que los niños quieran en ese momento de desesperación de los padres porque los niños muy tranquilos están, aunque no es lo ideal.

Es un trabajo arduo, qué dicha la de aquellos padres  que sus hijos no tienen problemas para que coman y comen lo que se les ponga en frente, pero conozco padres que han hecho todo lo que esté a su alcance para lograr que los niños coman bien y de todo y no ha sido efectivo. Hay que seguir buscando la forma correcta, todos los niños son diferentes y las tácticas que sirven para unos no sirven para otros aunque sean parte del mismo círculo familiar, por lo que es prudente no juzgar a nadie. Mientras tanto seguiremos luchando en casa para que nuestro pequeño Benjamín aprenda a comer fuera de casa, seguiremos en el intento, solamente pensar que vivió una semana tomando leche y comiendo cereal dulce de colores se me revuelve el estómago. A veces pienso que es necedad, a veces siento que es falta de insistencia y a veces que es cuestión de personalidad, lo que si creo que es cierto es que es falta de algo, pero seguiremos viendo qué es lo que hace falta.

GN

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