viernes, 18 de julio de 2014

No se qué era mejor...

Es la 1:07 am del jueves...y mi bebé de 9 meses se despertó llorando desconsolado.  ¿Qué mamá no ha pasado por esto? Me atrevo a decir que si no es el 100%, por lo menos el 99.9%. Entre que trataba de descifrar por qué lloraba el bebé, vino a mi mente la madre de una paciente de menos de dos años que me refirió que su nena luego de un episodio de llanto-pataleta se desvaneció y se puso "morada", luego se fue recuperando y volviendo en sí. ¡La pobre cuando llamó estaba realmente aterrorizada!

Por supuesto que cuando ocurre ésto, la mayoría de las madres o cuidadores entran en pánico porque muchas veces pareciera que el niño convulsiona. Estos episodios se llaman espasmos del sollozo.
El espasmo del sollozo es un tipo de evento súbito no epiléptico que se presenta hasta en el 5-7% de los niños sanos. Inicia generalmente entre los 6 y los 12 meses de vida y en la gran mayoría de los casos desaparecen antes de cumplir los 6 años.

Generalmente para que ocurran estos episodios hay un evento desencadenante, siendo el más común el llanto, aunque puede ser provocado por dolor, sorpresa o frustración al no cumplirle un capricho (en pocas palabras, luego de una pataleta). El niño después de sacar el aire de sus pulmones el detiene la respiración y puede mostrarse rígido y con un leve tono azuloso (cianosis) en los labios y en los dedos, otros pueden exclusivamente mostrarse pálidos.  Después del evento, el niño se observa cansado, sudoroso y suele querer dormir una siesta. Es desesperante para los padres.

El espasmo del sollozo no lo provocan las enfermedades orgánicas del sistema nervioso, tampoco es una manifestación de ninguna enfermedad psiquiátrica ni significa que el niño tiene ningún trauma psícológico. Se relaciona con un reflejo respiratorio infantil primitivo y tiene cierto grado de agregación familiar (uno de cada cuatro niños con espasmo del sollozo tiene un familiar directo que lo padeció en la infancia).

Algo muy importante es: mantener la calma, no sacudir al niño, no meterlo bajo el agua fría. En realidad se pueden prevenir si el niño no hace "berrinches"...o sea, es difícil pero no imposible.

Mientras pensaba en el espasmo del sollozo, mi hijo seguía llorando. No era hambre, no tenía el pañal sucio, no tenía ni frío ni calor, no era fiebre, no tenía cólico ni lo había picado alguna alimaña.  Nunca supe qué le pasó. Entre que estuvo despierto y llorando pasaron 3 h y 10 minutos y luego se durmió plácidamente hasta las 7am.

Igual creo que prefiero eso a que le diera espasmo del sollozo, me lo podrán corroborar las madres que han tenido hijos con espasmos. Las primeras veces asusta, ya después se van acostumbrando. 

Independientemente de lo que tenía mi hijo, quedé trasnochadísima, pero es parte de nuestra profesión de ser madres.


GN

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