viernes, 7 de noviembre de 2014

Mi pequeño caballeroso

Hoy luego del trabajo llevé a mi hijo a su clase de taekwondo, mientras estaba en su clase aproveché para hacer unas diligencias. Al terminar la clase nos encaminamos directo hacia la casa, al estacionar el auto entre el bolso y los cartuchos de las compras (que sólo eran 3) me veía un poco cargada, fue entonces que mi hijo de 5 años me dice: mamá, déjame cargar las bolsas, no quiero que lleves nada para que estés más cómoda. No pude evitar sentirme la mamá más afortunada del mundo, definitivamente fue el mejor momento del día. En realidad los paquetes no pesaban mucho y yo no quería que él los cargara, pero insistió en que se los entregara y yo cedí a su petición, el pobre niño no podía muy bien con la paquetera, pero como pudo llegó hasta la casa cargándolos y muy orgulloso de sí mismo, creo que tanto como yo.

Los niños muchas veces pueden ser nuestros maestros y desde  pequeños se les  puede dejar la idea de que ellos son unos caballeros y que lo pueden demostrar con sus actos, no importa que en ocasiones no hagan las cosas tan bien como quisiéramos, lo importante es que vayan teniendo el hábito de hacerlas. Los niños imitan del ejemplo que les demos. 

Así como a la mayoría nos gusta que los hombres sean caballerosos con nosotras, y a los hombres que las mujeres sean educadas, como madres, debemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños a ser caballero con los demás. Como planteo, ellos aprenden por imitación, imitarán al modelo que tienen en casa. Debemos enseñarles a ser educados y explicarle el porqué de las cosas. 
A mis hijos mayores creo que los tengo cansados de tanto que les repito  que por favor digan buenos días, tardes o noches cuando llegan a algún lugar o cuando simplemente entran a un ascensor. Una vez mi hija, que en ese entonces tenía 5 años, me dijo que para qué decir buenas tardes si mucha gente no le contestaba su saludo.  Le dije que al decir su saludo ella quedaba como bien educada y los demás que no contestaban quedaban como si tuvieran poca educación. Ahora es automático el decir buenos días al entrar a un elevador o llegar a un lugar.

Mi hijo se sintió muy feliz de haberme ayudado y yo  extremadamente orgullosa, me encanta cuando hace de las suyas y se gana a la gente con el simple acto de saludar o abrazar a alguien para dar las gracias.

Los buenos modales no están de más y nunca pasan de moda, al contrario, siempre abren muchas puertas. Lo he vivido en carne propia.

GN

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