jueves, 9 de abril de 2015

Cero glamour! Como la naturaleza quiere…

Hoy cuando desperté en la mañana me llamaron para que fuera a un parto que supuestamente iba a acontecer en menos de media hora. Literalmente entre bañarme, vestirme y llegar al Hospital me tomó casi 40 minutos. Cuando llegué al escenario tuve que esperar un poco mas de una hora para que naciera la preciosa niña. La mamá al estar en el expulsivo y llegar el momento de pujar se encontraba desesperada, pujaba muy bien pero respiraba tan rápido que yo le decía que lo hiciera mas despacio que se iba a marear. En 3-4 pujos fuertes nació la bebé. Todo excelente, el mejor momento, siempre lo diré, es cuando la mamá ve a su retoño.

Al salir del Hospital pasé a la clínica de mi esposo y me encontré con mi amiga embriologa y le conté que venía de un parto. Ella no es mamá aún, así que nos quedamos conversando del momento justo en el cual la mamá se encuentra en el expulsivo, yo le decía que no es el mejor momento de glamour de las mujeres. Le contaba que incluso en el momento de la pujadera te puedes evacuar, orinar o uno que otro vientillo escaparse por ahí. La cara de mi amiga fue de vergüenza total, ¡qué pena! decía ¡No puedo con eso! Si nos ponemos a pensar en ese momento puede ser que nos de vergüenza, pero ¿qué nos queda? En eso entraron dos ginecólogos donde estábamos hablando y uno de ellos decía que el mejor momento es cuando sale el bebé bien y la madre lo ve, sientes que cumpliste con el trabajo, todo lo demás se olvida.


Como siempre, hice una mini encuesta a las amigas y conocidas que han parido, les pregunté ¿qué pensabas en el justo momento que había que pujar en el expulsivo? La mayoría me contestó que en ese justo momento no se  puede pensar y si piensas en algo es que salga rápido y expedito porque la sensación para algunas era dolorosa, para otras extraña y unas sentían que no lo iban a lograr. Una dice que se puso vulgar y que empezó a gritar improperios, otra que su marido no era su persona favorita en ese momento y una doctora me dijo que por favor se callara su marido que por lo nervioso que estaba no paraba de hablar, otra que no había vuelta atrás que mientras más pujaba mas rápido saldría de eso y que al salir el bebé sintió que su panza cayó como en un vacío, una muy expresivamente comentó que lo que sentía era como si estuviese sacando un coco por allá abajo.  Una amiga una vez me comentó que a su parto entró su suegro (por ser doctor) y que ella no podía pensar en nada por la pena que estaba pasando, que ya no podía ver al suegro con los mismos ojos.


Gran parte de las encuestadas (no encuesta científica, solo realizada por simple curiosidad y no tabulada) querían “ahorcar” a sus maridos porque algunos no entendían el grado de dolor. Una de mis amigas me contó que le empezaron contracciones en plena celebración de año nuevo y como a las 4 am botó el tapón mucoso y las contracciones le dolían, cuando le dijo a su esposo, un poco pasado de tragos, que había llegado al momento este le contestó que mejor aguantara un poco y fueran a dormir un rato. Así que en ese momento entró en su  lista negra. Otra cuando sintió las contracciones fuertes y ya sabía que había llegado la hora se fue manejando sola al Hospital y fue al consultorio de su esposo Doctor y éste le dijo que esperara un momentito a que acabara de ver pacientes y luego la llevaba al cuarto de labor. Creo que algunas se sintieron incomprendidas o asustadas, a varias las regresaron del hospital a la casa por "falsas alarmas".


A las que le hicieron cesáreas después de haber tenido labor de parto tenían sentimientos similares, el humor no era el mejor, unas frustradas por no poder parir, otras pidiendo cesárea a gritos y el momento que se suponía sería maravilloso no lo era, claro que al salir el bebé, verlo y tocarlo todo cambia.

Sea como sea el momento de cada una y a pesar de las críticas a la obstetricia moderna y a las formas  de nacimiento, la morbilidad y mortalidad materno-fetal ha disminuido de manera drástica en los últimos 100 años (mortalidad materna: 70% a 0.005%) y las razones más importantes son por protocolos de lavado de manos (descubierto desde los años 1800), invención y uso de guantes, control prenatal (desde los  1900), antibióticos ( con la Penicilina en 1928), técnicas anestésicas, cesárea segura (1940), vigilancia fetal y la ultrasonografía. Lo importante es que el embarazo sea cuidado y controlado al igual que el parto. No me voy a meter con los partos en casa y los no hospitalarios, pues eso es harina de otro costal.


La mayoría de las encuestadas recuerdan ahora ese momento exacto (en que se está tratando de sacar  el bebé) como único. Todos los partos son diferentes, los relatos de cada mamá aunque sean distintos concluyen que una vez vemos al bebé sano y llorando el dolor desaparece y no se nota el cansancio en ese momento. La mayoría sentimos que pasamos vergüenza entre la posición del expulsivo, la pujadera, los alaridos de una que otra por ahí e incluso con los gritos de algunos ginecólogos diciendo que pujen, que no sean flojas y que además no chillen. ¡Como si fuera tan fácil! He asistido a partos en que las mamás no hablan, no gritan y solo pujan en silencio, pero no es la mayoría, créanme. Es un momento cero glamuroso pero es la ley de la vida y parte de nuestra maravillosa naturaleza.



 GN

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