Hoy cuando desperté en la mañana me llamaron para que fuera a un
parto que supuestamente iba a acontecer en menos de media hora. Literalmente
entre bañarme, vestirme y llegar al Hospital me tomó casi 40 minutos. Cuando
llegué al escenario tuve que esperar un poco mas de una hora para que naciera la preciosa
niña. La mamá al estar en el expulsivo y llegar el momento de pujar se
encontraba desesperada, pujaba muy bien pero respiraba tan rápido que yo le decía
que lo hiciera mas despacio que se iba a marear. En 3-4 pujos fuertes nació la
bebé. Todo excelente, el mejor momento, siempre lo diré, es cuando la mamá ve a
su retoño.
Al salir del Hospital pasé a
la clínica de mi esposo y me encontré con mi amiga embriologa y le conté que venía
de un parto. Ella no es mamá aún, así que nos quedamos conversando del momento
justo en el cual la mamá se encuentra en el expulsivo, yo le decía que no es el mejor momento de
glamour de las mujeres. Le contaba que incluso en el momento de
la pujadera te puedes evacuar, orinar o uno que otro vientillo escaparse por
ahí. La cara de mi amiga fue de vergüenza total, ¡qué pena! decía ¡No puedo con eso!
Si nos ponemos a pensar en ese momento puede ser que nos de vergüenza, pero ¿qué nos queda? En eso
entraron dos ginecólogos donde estábamos hablando y uno de ellos decía que
el mejor momento es cuando sale el bebé bien y la madre lo ve, sientes que
cumpliste con el trabajo, todo lo demás se olvida.
Como siempre, hice una mini encuesta a las amigas y conocidas que
han parido, les pregunté ¿qué pensabas en el justo momento que había que pujar
en el expulsivo? La mayoría me contestó que en ese justo momento no se puede pensar y si piensas en algo es que
salga rápido y expedito porque la sensación para algunas era dolorosa, para
otras extraña y unas sentían que no lo iban a lograr. Una dice que se puso
vulgar y que empezó a gritar improperios, otra que su marido no era su persona
favorita en ese momento y una doctora me dijo que por favor se callara su
marido que por lo nervioso que estaba no paraba de hablar, otra que no había
vuelta atrás que mientras más pujaba mas rápido saldría de eso y que al salir
el bebé sintió que su panza cayó como en un vacío, una muy expresivamente
comentó que lo que sentía era como si estuviese sacando un coco por allá
abajo. Una amiga una vez me comentó que a su parto entró su suegro (por ser doctor) y que ella no podía pensar en nada por la pena que estaba pasando, que ya no podía ver al suegro con los mismos ojos.
Gran parte de las encuestadas (no encuesta científica, solo realizada por
simple curiosidad y no tabulada) querían “ahorcar” a sus maridos porque algunos no entendían
el grado de dolor. Una de mis amigas me contó que le empezaron contracciones en
plena celebración de año nuevo y como a las 4 am botó el tapón mucoso y las
contracciones le dolían, cuando le dijo a su esposo, un poco pasado de tragos, que había llegado al momento
este le contestó que mejor aguantara un poco y fueran a dormir un rato. Así que
en ese momento entró en su lista negra. Otra cuando sintió las contracciones fuertes y ya sabía que había llegado la hora se fue manejando sola al Hospital y fue al consultorio de su esposo Doctor y éste le dijo que esperara un momentito a que acabara de ver pacientes y luego la llevaba al cuarto de labor. Creo que algunas se sintieron incomprendidas o asustadas, a varias las regresaron del hospital a la casa por "falsas alarmas".
A las que le hicieron cesáreas después de haber tenido labor de
parto tenían sentimientos similares, el humor no era el mejor, unas frustradas por no poder parir, otras pidiendo cesárea a gritos y el momento que
se suponía sería maravilloso no lo era, claro que al salir el bebé, verlo y tocarlo todo
cambia.
Sea como sea el momento
de cada una y a pesar de las críticas a la obstetricia moderna y a las formas de nacimiento, la morbilidad y mortalidad
materno-fetal ha disminuido de manera drástica en los últimos 100 años
(mortalidad materna: 70% a 0.005%) y las razones más importantes son por
protocolos de lavado de manos (descubierto desde los años 1800), invención y
uso de guantes, control prenatal (desde los
1900), antibióticos ( con la Penicilina en 1928), técnicas anestésicas,
cesárea segura (1940), vigilancia fetal y la ultrasonografía. Lo importante es
que el embarazo sea cuidado y controlado al igual que el parto. No me voy a
meter con los partos en casa y los no hospitalarios, pues eso es harina de otro
costal.
La mayoría de las
encuestadas recuerdan ahora ese momento exacto (en que se está tratando de
sacar el bebé) como único. Todos los
partos son diferentes, los relatos de cada mamá aunque sean distintos concluyen
que una vez vemos al bebé sano y llorando el dolor desaparece y no se nota el
cansancio en ese momento. La mayoría sentimos que pasamos vergüenza entre la posición
del expulsivo, la pujadera, los alaridos de una que otra por ahí e
incluso con los gritos de algunos ginecólogos diciendo que pujen, que no sean
flojas y que además no chillen. ¡Como si fuera tan fácil! He asistido a partos
en que las mamás no hablan, no gritan y solo pujan en silencio, pero no es la
mayoría, créanme. Es un momento cero glamuroso pero es la ley de la vida y
parte de nuestra maravillosa naturaleza.
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