jueves, 27 de marzo de 2014

¡Ay, por favor!

 Me dijo una vez un colega cuando llevó a su bebé a la cita de los dos meses de vida: ¡ponle las vacunas que le toca y hasta las que no han inventado!; otra paciente me dijo: ¿todas las vacunas son con agujas?? Ufff ¿por qué no todas son orales?, pero si hay que ponérselas, póngaselas.

¡Ojalá escuchara eso siempre! Lástima que también escucho (a mucho menor escala): yo no creo en las vacunas, no quiero que le pongan a mi hijo ni una sola vacuna. Hago la aclaración que respeto todos los puntos de vista y la decisión de cada padre o madre sobre la salud de sus hijos.

Las vacunas son inyecciones que se colocan para proteger de enfermedades peligrosas y a veces mortales, además que salvan  millones de vidas cada año, especialmente en los niños; pero los últimos años, en algunos países, han bajado dramáticamente las coberturas de vacunación en la infancia.  Hay varias corrientes anti-vacunas y por diversas razones los padres deciden no colocárselas  a sus niños. 

Recordemos que en nuestro país la mayoría de las vacunas son obligatorias y gratuitas, otras son opcionales hasta que llegue el día en que entren dentro de nuestro esquema nacional de vacunación (como la vacuna contra varicela).

Una de las mayores causas de la no vacunación es la "supuesta" relación de las vacunas con el autismo.  Esta corriente nació gracias a un señor (Andrew Wakefield) que publicó, en una prestigiosa revista de medicina en 1998, un estudio que sugería que podía haber dicha conexión secundario a la vacuna MMR (contra rubéola, sarampión y paperas). En el 2010, la Revista retiró el estudio porque se había comprobado que los datos publicados eran erróneos y que había existido fraude. Muchos estudios han comprobado que esta relación no existe, pero ya el daño está hecho.  No se sabe qué causa el autismo, pero sí se sabe que no son las vacunas. 

La mamá de una paciente me dijo un día: yo no estoy segura de ponerle esa vacuna porque en Panamá no hay esa enfermedad. Bueno, puede estar erradicado en Panamá, pero en ciertos lugares del mundo siguen circulando algunos de los agentes infecciosos involucrados, ¿que pasa si el niño o la enfermedad atraviesa fronteras? No creo que debamos depender de otros para frenar la propagación de enfermedades.  Hay que cooperar y poner de nuestra parte.

¿Cuántas veces no hemos escuchado algunos Pediatras,  de parte de los padres, que es mejor que le dé varicela o gripe que ponerle la vacuna? ¡Ay, por favor!  Se sabe que las vacunas interactúan con nuestro sistema inmune para producir una respuesta similar a la que produce la enfermedad. ¿Por qué pasar por la enfermedad si podemos evitarla a ella y sus posibles complicaciones, que incluso puede ser la muerte?

Hay muchos mitos en cuanto a las vacunas, lo cual ha repercutido negativamente en las coberturas de vacunación.  En Panamá, la cobertura de las vacunas, va entre 80-95% (excepto en áreas comarcales). Nuestro programa de vacunación es muy bueno y uno de los mejores del área (por no decir el mejor). ¡Entonces, hay que aprovecharlo! Lástima que aún hay personas que no quieran colocarle las vacunas a sus hijos, el tema es muy polémico.

Incontables veces he visto que los niños llegan al consultorio con las vacunas atrasadas, al preguntar el por qué, resulta que se obvió la colocación de la vacuna porque el niño esta enfermo. Realmente, si el pequeño está resfriado o con fiebre, sí se puede colocar la vacuna. Hay pocas excepciones para no colocarlas, ¡entonces no hay excusa! Pero,  también hay que entrenar al personal de salud que coloca las vacunas porque en ese aspecto, en vez de ayudar, atrasan el asunto.

Por ahí dicen que las personas con corrientes anti vacunas están muy informadas, pero mal informadas.  Sinceramente, creo que es cierto.  Vuelvo y repito, respeto las opiniones de estas personas, pero hay que investigar bien y poner los beneficios en la balanza. Ojalá algún día, la cobertura fuera 100%... No es malo soñar.

GN

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